Salió por patas.  En 1588 Felipe II estaba preocupado por las noticias que le llegaban sobre la defensa del sur de Gran Canaria. Las Islas Británicas estaban constantemente amenazadas de invasión (la Armada llegó en 1588), por lo que tanto la inseguridad como las malas oportunidades tuvieron mucho que ver con la renuencia isabelina a invertir en recursos extranjeros. Según las crónicas, 11 lugareños y un militar se bastaron para frenar el intento del pirata inglés Sir Francis Drake de quedarse con esta parte del sur de Gran Canaria (entre Santa Águeda y El Pajar) como base para ir al Caribe. De ahí que haya una zona que se llama Lomo Galeón. Los ingleses querían lo que tenían los españoles y los portugueses: oro y especias de las Indias, la tierra al este del Indo. Enrique VIII había encargado a Sir Thomas Pert y Sebastian Cabot la búsqueda de tierras en Brasil, pero nunca fue un viaje exitoso. Pert no era un héroe y la construcción del imperio necesitaba héroes. Los inversores de la ciudad vieron mejores oportunidades y menos riesgos en el comercio en las latitudes del norte, por lo que, en 1555, se estableció la Compañía Muscovy, que duró hasta la Revolución de 1917. La piratería contra los galeones españoles trajo oro y el comercio en el Levante produjo especias. Los británicos estaban contentos con este arreglo hasta que terminó la guerra con España y el precio de la pimienta se disparó. El gran secreto de las Indias era la navegación y Drake se lo facilitó durante su circunnavegación del globo (1577-1580) cuando atacó un barco portugués y le robó sus cartas de navegación. Para los ingleses el desembarco fue el 27 de septiembre, para los canarios 8 de octubre de 1595.