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¿Cultivar felicidad? Analizamos el eslógan de Maspalomas en Fitur

¿Cultivar felicidad? Analizamos el eslógan de Maspalomas en Fitur

Redacción Miércoles, 19 de Enero de 2022

La evolución de la desescalada de la pandemia, en referencia al turismo no está yendo a la velocidad que este sector desearía y probablemente uno de los factores que más está afectando a esta ralentización sea precisamente el miedo real y el miedo inducido. ¿La felicidad puede desarrollar el turismo y los viajes en general? Se podría decir que el turismo es una fábrica de felicidad y de ahí radica su gran importancia social, no reconocida por la propia sociedad. El turismo es una fábrica de felicidad y de ahí radica su gran importancia social.



Si el turismo en definitiva se basa en crear y hacer perceptibles las emociones de las distintas experiencias que pueden obtenerse a lo largo de todas las etapas de un viaje, es importante recordar que la felicidad es, en definitiva, un estado emocional y por ende se puede inducir directa o indirectamente, y los viajes así como el turismo de forma global puede (y de hecho lo hace) inducir positivamente, si se sabe diseñar correctamente.



Quizás uno de los autores que más han influido ha sido Eduard Punset, que escribió su famoso libro “El viaje a la felicidad” donde desarrolló una formula cualitativa para definir la felicidad. Es fácil observar la relación directa entre felicidad y emociones, de tal forma que si nuestra vida (pongamos la vacacional en este caso) no conllevase emociones o parte emocional, su valor sería “cero” y consecuentemente no habría felicidad. Hasta ahora, el producto, el paquete, la estadía turística, nunca se diseñó con ese objetivo, aunque en muchas ocasiones sí se obtuvo por parte del consumidor turista.



Por otra parte, seguramente el mayor factor reductor de la felicidad es el miedo y como algunos autores afirman, la felicidad es, ni más ni menos, la ausencia de miedo. Por supuesto hablamos de un miedo tal, que coarte o impide alcanzar esas emociones satisfactorias. Imagínense ahora, hoy en día, a la hora de planificar un viaje de vacaciones, en plena etapa de desescalada, donde ya están abiertos los establecimientos turísticos y hosteleros y que por supuesto una mayoría de gente está deseando de disfrutar de su tiempo de ocio.



Es en realidad la búsqueda de esa felicidad deseada, pero precisamente el mayor factor reductor es el miedo a ser contagiado, a entrar en cuarentena obligatoria a las medidas de control,  etc. el que impide o reduce mucho la voluntad de compra. Pues es obvio que un porcentaje alto de la demanda se retraiga y solo aquellas ofertas turísticas que sean capaces de eliminar esa sensación o precepción de miedo serán las que puedan captar el interés de compra real.



Es obvio que un porcentaje alto de la demanda se retraiga y solo aquellas ofertas turísticas que sean capaces de eliminar esa percepción de miedo serán las que puedan captar el interés. Compaginar la percepción y seguridad de la comunidad local y la de los visitantes, no es muy fácil, pero posible. Obviamente la oferta ubicada fuera del entorno urbano habitado, tiene más ventajas.

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