Corría el año 2010 cuando un ciudadano holandés, viene a pasar unos días de vacaciones a Maspalomas. Como es costumbre, la mayoría de los turistas que nos visitan, suelen salir de los hoteles para conocer los diferentes rincones de Gran Canaria. Y es ahí cuando Guillermo deja de ser turista para convertirse en vecino. Por sus manos han pasado 200.000 kilos de piedra para acondicionar toda la zona, de la que compró 4.000 metros cuadrados. Guillermo es un castillo. Los holandeses tienen una estatura media de 1,87 metros pero él mide 2,10 metros de alto, como los antiguos canarios que resistieron las invasiones del pasado. Precisamente, el vecino de Fataga que ha recuperado el molino aprovecha cada invierno para que la historia de este yacimiento patrimonial no se pierda desde hace 10 años. Desde 2012 pasa seis meses en el sur de la isla creando un espectacular jardín botánico, combinando las diferentes variedades de cactus, tuneras, pitas, dragos, veroles, aloe vera y siemprevivas.
Guillermo, 61 años, escultor en su país, al pasar por Fataga y contemplar los barrancos, flora y montañas, se quedó perplejo y encantado con tanta belleza. Al año siguiente regresó a Fataga y compró el Molino de la Gurieta, construido en 1850 por Juan Moreno, cuando regreso de Cuba, pagando por el terreno dos libras de lana. Cuando falleció se lo dejó a sus siete hijos, los cuales disponían de un mes cada uno, así durante unos cincuenta años.Posteriormente paso a la familia Cazorla, hasta el año 1.920 y a su vez se lo vendió a Juan de Armas, que fue alcalde de Tirajana por los años 35/36. Tras su fallecimiento por el año 1942, lo hereda su hijo Eduardo Armas Cabello, que continuo con su funcionamiento hasta los años 60, a partir de esta fecha dejo de funcionar debido a la perdida de fuerza, por la merma del agua. El molino de La Gurieta siempre fue para consumo familiar, produciendo un kilo de gofio por hora.