Corría la víspera de las fiestas mayores de San Bartolomé de Tirajana cuando una noticia procedente de Madrid puso de los nervios al infatigable alcalde Francisco Araña del Toro y a jefe de la Policía Local, Juan Campos Pineda. Entre ellos, con el apoyo de Antonio Martín Rodríguez, que era teniente de alcalde, tomaron con sangre fría de bajar los ánimos, establecer un discreto control de seguridad y parar los pies a todo aquel que bajase de Las Palmas al sur de la isla a montar un pollo. ETA había asegurado haber colocado explosivos en el hotel Tamarindos, y así lo especificaba, en su brazo mediático, Egin.
De aquella sangre fría y templanza en los nervios dependía en esos momentos el futuro del destino turístico más importante de Canarias. Entre Araña y Campos hicieron las correspondientes llamadas telefónicas a directores y propietarios de hoteles con un mensaje claro: serían puestos a disposición judicial si abrían la boca con la noticia que se les iba a trasladar. Y la noticia era esta: ETA había lanzado amenazas de bombas reales en Playa del Inglés y San Agustín. Fue la fiesta de Santiago más horrible que tuvo Araña del Toro en su vida política hasta el punto que jamás habló de ello.
Efectivamente, poca gente lo sabe o lo recuerda. El 23 de julio de 1980 ETA anunció que entre las 12 y las 17 horas del día siguiente haría explosión de varios artefactos en Canarias. La noticia en ABC se relata indicando que "ETA político-militar, en una llamada efectuada hacia la una de la tarde de ayer a la redacción del diario 'Egin', en Bilbao, ha anunciado la colocación de nuevos artefactos explosivos, esta vez en la isla de Gran Canaria".
Los objetivos de ETA político-militar eran "los hoteles del campo de golf, playa de El Inglés y hotel Tamarindos, situados en Gran Canaria", señalan los textos de ABC, Egin y El País. "También el comunicado anónimo dio el nombre de otro cuarto hotel, cuya identidad no pudo ser entendida por la persona que recogió la llamada", decía ABC. "A esta comunicación telefónica se le da credibilidad, dado que es comparable a las anteriores recibidas en determinados rotativos vascos por la organización ETA político-militar", dijo el mismo ABC.
En Canarias entonces no había gobierno regional sino una junta gestora. "El simple anuncio que ha realizado ETA p-m de colocar bombas en varios hoteles de Gran Canaria es un golpe muy duro para el turismo del archipiélago", dijo el presidente de la Junta de Canarias, Vicente Alvarez Pedreira.
El también senador tinerfeño manifestó también que "esta acción viene a perjudicar notablemente la campaña de promoción de turismo que actualmente tenemos en marcha, en un intento de potenciar de nuevo el sector y evitar una crisis total, que sería una catástrofe para la economía de las islas".
Alvarez Pedreira estaba en Madrid como senador y decidió abandonar la capital de España y trasladarse al sur de la isla a observar el protocolo de seguridad que se hizo. Mientras, Araña del Toro no paró de buscar esos explosivos. Presidió una reunión con las primeras autoridades de la Policía Municipal, Guardia Civil y Jefe superior de Policía para arbitrar medidas de seguridad en prevención de las amenazas de bomba de ETA. Aunque en los puntos claves se han destacado algunas unidades de la Policía Nacional, en general la zona turística del sur de Gran Canaria permanece con absoluta tranquilidad y los turistas pasean normalmente por las calles. Nunca llegaron a estallar pero tampoco nunca se supo si fue que antes se desactivaron esos explosivos. Por suerte, no pasó nada.