El sur de Gran Canaria esconde una serie de espacios donde la historia a veces se detiene. Es en la zona de Bailaderos, en San Bartolomé de Tirajana, a unos cuatro kilómetros después de pasar el Sequero por la pista que sale desde la Casa Forestal de Cruz Grande, por Pilancones. Allí era el lugar donde los antiguos canarios hacían sus rituales sexuales hasta principios del Siglo XX. Es lo que se llamaba el juego del pámpano roto.
El dominico Fray Alonso de Espinosa (1594) sostiene que "mas cuando los temporales no acudían, y por falta de agua no había yerba para los ganados, juntaban las ovejas, e hincando una vara o lanza en el suelo, apartaban las crías de las ovejas y hacían estar las madres al derredor de la lanza, dando balidos; y con esta ceremonia entendían los naturales que Dios se aplacaba y oía el balido de las ovejas y les proveía de temporales…".
Estos bailes se consideraban prácticas brujeriles, en algunos casos asociadas a ritos cristianos. Otras fuentes, basándose en este mismo texto de Alonso Espinosa, sostienen que el topónimo es una corrupción de «baladero», en referencia al lugar donde se llevaba al ganado con el fin de separar los cabritos de sus padres y hacerlos «balar» y realizar ritos suplicatorios de lluvia.
El profesor Lothar Siemens recogió, en su interesante tratado sobre el folclore canario, el caso del Baile del Gorgojo, que en un principio se ejecutaba en lugares apartados y de noche, apareciendo los danzantes desnudos. Además dice "… se practicó también hasta principios del Siglo XX, en el sur de Gran Canaria, una danza fálica llamada el Baile del Pámpano Roto, cuyo recuerdo sigue todavía entre los habitantes del Barranco de Guayadeque...", aunque esta parece tener más un sentido sexual.
Otras fuentes, basándose en este mismo texto de Alonso Espinosa, sostienen que el topónimo es una corrupción de "baladero", en referencia al lugar donde se llevaba al ganado con el fin de separar los cabritos de sus padres y hacerlos "balar" y realizar ritos suplicatorios de lluvia.