Existe un amplio consenso que, a partir del 2001, las Islas Canarias, uno de los principales destinos europeos especializado en turismo vacacional de sol y playa, alcanzó su etapa de madurez y se enfrentaba a una posible situación de declive o estancamiento que nos podía llevar a una situación económica y social verdaderamente difícil de sostener debido al importante aporte del turismo a la economía de las islas y a la enorme generación de empleo de dicho sector, mas del 37%.
Hoy en día, ya en el año 2022 y después de mucha normativa al respecto articulada en torno a la llamada “moratoria turística” y Directrices de Ordenación del Turismo”, con las que se llegó a la conclusión de la importancia de la renovación de los alojamientos turísticos como elemento estructural de la política canaria de reconversión de nuestros destinos turísticos, todavía hoy en día, no se ha culminado esa renovación.
Tenemos casos paradigmáticos impulsados por los últimos Planes de Mejora y Modernización en la isla de Gran Canaria y más concretamente en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, como son los últimos 39 establecimientos alojativos que se acogieron al plan de mejora y modernización y lograron éxitos tan reconocidos como los de Santa Mónica Suites Hotel o el Hotel Nayra, ambos establecimientos pasaron de ser complejos extrahoteleros de una llave a hoteles de 4 estrellas superior y hoy día están clasificados en los primeros puestos de los rankings de los tur operadores y las empresas especializadas en comunicación turística y su rentabilidad económica y laboral se ha multiplicado por 4 o por 5.
Artículo de opinión: José María Barrientos