El sur de Gran Canaria era el granero de la isla y eso requería mano de obra. Parte de ese personal era esclavo y mucho acabó vendido en América. La otra parte se quedó en la comarca y por eso hay zonas que tienen nombres como Rosiana, Taidia, Los Moriscos o Barranco del Negro. Ahora es cosa de extranjeros, gente de Fataga y transeúntes pero hubo una época en la que la cumbre de Tirajana era cosa de esclavos moriscos procedentes del Sáhara. Pero aquello generaba problemas porque las islas sufrían ataques de piratas de moros como represalia. Los canarios se acercaban a Sahara a trincar a todo negro viviente para trabajar en el azúcar hasta finales del siglo XVI.
El profesor Enrique Martín Santiago señala que a finales del Siglo XVI hubo muchas autorizaciones para mandar esclavos a América precisamente para competir con Canarias. La comunidad subsahariana de Las Tirajanas, los llamados "los negros de Tunte", mantienen viva la huella de la esclavitud en nuestro pasado histórico. "Una minoría de esa población, una vez adquirida la libertad (libertos), se fueron a vivir a la comarca", dice Martín Santiago.
Hubo negros ilustres que recobraron la libertad como en 1605 la familia de Antón Pérez Cabeza y su esposa Juana García, del Señorío de Agüimes, y se vinieron a vivir al Barranco de Tirajana. Fue dueño del ingenio de Aguatona. En los Autos del Convento de San Pedro Mártir contra D. Francisco Manrique, de 1724, se señala que "(...) "Sepan cuantos esta carta vieren como yo, Marcos de león, regidor de esta isla y vecino de esta ciudad de Telde, y para ejecución y cumplimiento de todo lo susodicho, obligamos nuestras personas y bienes habidos y por haber que el dicho Antón Pérez Cabeza, para más seguridad de este tributo, hipoteco por expresa y especial hipoteca seis colmenas que tengo con sus corchos en dicho Barranco de Tirajana,
En el siglo XVIII, en su libro "Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria", D. Pedro Agustín del Castillo Ruiz de Vergara, al describir Tirajana, dice lo siguiente: "...; su vecindad, de cuatrocientos dieciséis vecinos, muchos de ellos negros, que se mantiene su color tan atezado como si vinieran ahora de Guinea, ignorando el tiempo de su entrada; sí solo se sabe que son libres de cautiverio."
En 1817 los negros de Tunte tuvieron un percance con el cura del pueblo, por no haberles permitido llevar la imagen de San Sebastián en la procesión de aquel año: "Que los morenos de San Bartolomé de Tirajana se quejan de su cura, porque ellos han estado siempre en la posesión de sacar la función de San Sebastián en aquel puesto, cargada la Efigie del Santo, y que este año el Cura se los han impedido, insultando a los demás de su clase".
El profesor Enrique Martín Santiago apunta que en el documento se menciona la marginalidad de los negros, al hablar de "los demás de su clase". La obtención de la libertad de su antepasado, en ningún momento supuso un estatuto de igualdad con el resto. Queda claro que los "blancos" no poseían todos las misma condición social, desde aparceros, medianeros, hasta la más alta posición social, propietario. Pero en esa sociedad desigual, los negros de Tunte ocupaban una posición marginal. Los casamientos entre miembros de distintas etnias provocaron la presencia de un grupo numeroso de mulatos.