¿Debe preocuparse un enclave turístico con tanta fama a nivel internacional como Canarias ante el fracaso del megalómano proyecto por parte de un supuesto grupo de inversores que pretendía convertir Salamanca en “la nueva Dubái”?
Tras el “pufo” que intentó convertir Salamanca en “la nueva Dubái”, gobiernos regionales y consistorios de toda España comienzan a mirar con recelo todas las posibles inversiones que pudiesen llegar del extranjero a sus territorios. La realidad es que el proyecto de Salamanca sonaba extraño desde que comenzó a correrse la voz; nuevos barrios, el planetario más grande de Europa, una treintena de paradas de tranvía, lujosas tiendas… todo ello en una ciudad de clima frío, principalmente universitaria y que, sin contar con los estudiantes que están “de paso” por la ciudad, tiene una media de edad situada en los 50,06 años; una media que supera en más de 5 años la española (44,1)
Tras una serie de investigaciones por parte de periodistas locales, se descubrió que el asesor que había contratado el ayuntamiento para concertar las reuniones y los congresos con ese supuesto grupo de inversores mintió en su currículum y además, se confirmó que el concurso público mediante el cual entró en el ayuntamiento fue prácticamente “hecho a medida” El “grupo de inversores” interesado, denominado Peace City, no tenía ningún tipo de actividad desde 2019 y su capital, que ascendía a cuatro millones de euros, no había sido desembolsado. Una información que puso patas arribas el consistorio salmantino y que llegó a todos los medios nacionales, confirmando así el “pufo” económico que, más que pretender convertir Salamanca en “la nueva Dubái”, pretendía llenar el bolsillo de unos pocos. Con toda la información sobre la mesa y una diana en su espalda, el falso asesor desapareció sin dejar rastro y dejando un ayuntamiento pendiente de una comisión de investigación y con muchas explicaciones que dar a la ciudadanía sobre el uso de dinero público.
Más allá de ser una noticia curiosa que le costó casi 40.000 euros al Ayuntamiento de Salamanca, esta información debería cogerse con pinzas en zonas del territorio español que sí son más susceptibles de recibir inversiones millonarias como, por ejemplo, el archipiélago canario. Uno de los principales destinos turísticos de Europa, con una media de temperatura superior a los 20 grados prácticamente todo el año, kilómetros de costas y un ecosistema plagado de fauna y especies únicas en el mundo; Canarias se podría percibir como un destino idílico para inversores extranjeros.
De hecho, ya en 2016, Sulaiman Al Fahim (uno de los inversores que adquirió el Manchester City en 2008) mostró su interés en invertir 500 millones en las islas en un plazo de diez años. Según palabras del jeque, el dinero de sus inversiones iría dirigido a la compra de suelo en las islas; una compra dirigida principalmente para la ejecución de proyectos turísticos, empresariales y audiovisuales. Sulaiman intentó adquirir también el “Granca”, club de baloncesto de la isla; una operación a la que el Cabildo de Gran Canaria se negó en ese momento. A diferencia de la situación en Salamanca, en esta ocasión se trató de un jeque con un recorrido en el mundo de las inversiones, principalmente por la adquisición del Manchester City, la cual le puso en las portadas de la mayoría de diarios deportivos del mundo años atrás. A pesar de la difusión que tuvo la noticia años atrás, no se han hecho públicas las adquisiciones concretas que ha realizado Sulaiman en el archipiélago durante estos años.
En el archipiélago, si bien se han propuesto proyectos gigantescos como la creación de los mayores estudios de cine de Europa en Fuerteventura o nuevos complejos turísticos en las islas, no se conoce otro “jeque” o gran inversor extranjero que haya llegado a las islas con ganas de desembolsar grandes cantidades de dinero. Sin embargo, en mayo del pasado año, Felipe VI acordó con el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, una inversión en suelo español que iría dirigida principalmente al sector energético e inmobiliario del país, pero que también permitiría la creación de nuevas infraestructuras.
Tanto las inversiones de Sulaiman en Canarias como la del emir de Catar en territorio nacional parecen legítimas y respaldadas por una figura pública con extenso bagaje en el mundo de las inversiones y el Qatar Investment Authority, respectivamente; pero, tras el escándalo de Salamanca que ya ha salpicado al gobierno regional de Castilla y León, se prevé un nuevo escenario en el cual las instituciones muestren más reticencias y parsimonia a la hora de aceptar la llegada de inversores extranjeros.
Con Salamanca patas arriba, la concejalía de turismo salmantina en el punto de mira y una comisión de investigación en marcha para esclarecer lo ocurrido, la gran pregunta ahora es: ¿puede repetirse este despropósito de nuevo en alguna otra comunidad?