Europa mira con preocupación hacia Rusia. Además del conflicto bélico con Ucrania, el país ruso acapara todas las miradas tras la erupción del volcán Shivéluch. La erupción ha roto todos los registros en la zona, provocando una nube de ceniza de más de 20 kilómetros de altura. Desde Rusia afirman que no habían vivido una erupción de tal magnitud en ninguno de sus volcanes en más de medio siglo.

Se ha activado el nivel “rojo” de peligro para la aviación, una alerta que marca el nivel máximo de peligro en la zona y que ha obligado a cerrar el espacio aéreo en varios kilómetros a la redonda de la erupción. Se ha notificado la presencia de ceniza a más de 500 kilómetros de la zona principal de actividad.

La situación geográfica del volcán tranquiliza un poco; la península de Kamchatka es uno de los puntos de Rusia más alejados de Europa, colindando prácticamente con Alaska y pudiendo suponer un mayor dolor de cabeza para el espacio aéreo asiático por su cercanía con Japón y Corea del Sur. Ya en 2015, este mismo volcán expulsó una nube de ceniza de más de seis kilómetros de altura que cruzó el Pacífico y alcanzó Washington. 

Sin embargo, Europa ya cuenta con precedentes de un volcán causando incidencias en su espacio aéreo. Precisamente en fechas cercanas, el 14 de abril pero de 2010, el volcán Eyjafjallajökull en Islandia entró en erupción, provocando el cierre del espacio aéreo durante casi una semana en gran parte del norte de Europa. 

Y cómo olvidar la reciente erupción en la isla de La Palma, la cual provocó múltiples cancelaciones en la movilidad aérea interinsular durante semanas debido a la nube de ceniza que provocó el volcán de Tajogaite.