Falsos avisos de bombas, campañas de acoso o autolesiones son algunos de los efectos que el mal uso de las redes sociales puede tener en los menores
9:30 de la mañana del miércoles 10 de mayo en Vecindario, efectivos de la Guardia Civil se ven obligados a aplicar el protocolo de evacuación en el IES Josefina de La Torre y en dos centros educativos adyacentes. ¿El motivo? Un aviso de bomba, el tercero en un centro educativo de Gran Canaria en menos de un mes. Un aviso de bomba que no responde a un aviso por parte de algún grupo radical o a una amenaza terrorista, sino a la negligente forma de divertirse de algún alumno que decidió dar la alerta y perder algunas horas de clase por seguir la tendencia de moda en TikTok.
ʟᴀ ɢᴜᴀʀᴅɪᴀ ᴄɪᴠɪʟ ᴀʟᴇʀᴛᴀ ᴅᴇ ʟᴀs ᴄᴏɴsᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀs ᴅᴇ ʟᴀs Fᴀʟsᴀs ᴀᴍᴇɴᴀᴢᴀs ᴅᴇ ʙᴏᴍʙᴀs ᴇɴ ᴄᴇɴᴛʀᴏs ᴇᴅᴜᴄᴀᴛɪᴠᴏs
• Se está convirtiendo en una práctica habitual para evitar los exámenes, y subir vídeos e imágenes en redes sociales para aumentar sus seguidores si consiguen grabaciones de las consecuencias y los medios movilizados.
• Estas actuaciones tiene consecuencias penales al ser constitutivo de un delito de desórdenes públicos además de tener una serie de consecuencias económicas por la movilización de los recursos de emergencias necesarios.
Pero estos trends han ido mucho más allá. Años atrás se popularizó en Europa el juego Ballena Azul, el cual consistía en una serie de macabros retos y cuya “misión” final era el suicidio. Un juego que por descabellado que parezca, se cobró la vida de varios jóvenes en Europa y del cual recientemente se han notificado nuevos casos vinculados al suicidio de tres adolescentes en Argentina.
Pero este no es el único, en 2020 se hizo viral un siniestro personaje disfrazado de Goofy que contactaba con menores en redes sociales y les proponía retos de alto riesgo que ponía en peligro la vida los jóvenes, llegando a causar la muerte de un niño de 11 años que se precipitó desde el balcón de su casa siguiendo uno de esos macabros juegos.
Como estos retos hay mil más, desde desaparecer 48 horas voluntariamente y hacer que sus familiares y las autoridades los busquen o el “rompecráneos”, en el cual dos personas “barren” a una tercera de una patada haciéndole caer bruscamente de espaldas sin posibilidad de amortiguar la caída con las manos. Retos peligrosos e inexplicables para personas de otra generación que, a pesar de estar acostumbradas a la nueva era de las redes sociales, no entienden como muchos jóvenes pueden poner su seguridad y su integridad física en peligro a cambio de un par de likes y la oportunidad de hacerse viral. Todos estos nuevos retos se han unido a la problemática tradicional de las redes sociales e internet, como puede ser el phishing o el robo y difusión de información personal (entre otras tantas cosas)
¿Cómo se puede reconducir este desastre? Esa es la pregunta principal ante este desolador panorama en el cual los beneficios de las redes sociales se han desdibujado por completo en favor del “lado oscuro” que el mal uso por parte de muchos usuarios ha sacado a la luz. La respuesta, sin embargo, parece ser clara: educando. No son pocas las escuelas que ofrecen talleres promoviendo el buen uso de internet y las redes sociales; aunque está claro que herramientas como el control parental en los dispositivos usados por menores y que los padres o tutores estipulen un horario de uso de los mismos puede ser de gran ayuda para frenar el descontrol que las redes sociales llegan a provocar en algunos jóvenes.