Patinazo de El Mundo en Madrid. El diario de propiedad italiana ha colocado a Francisco Jiménez, el medianero ganadero del sur de la isla de Gran Canaria, como amo del negocio de los camellos de Maspalomas. Se trata de un activo en suelo público de la empresa Caballerizas de Maspalomas, propiedad de la familia Condal. Es de las pocas actividades del grupo familiar, que en Canarias solamente ha sido maltratada y nunca lo suficientemente reconocida, por generar el turismo en el sur de la isla.
Sin embargo, el negocio de los camellos tiene ahora un asunto en contra: la nueva norma de protección animal impide que sea un negocio pasear a camello por las Dunas de Maspalomas. Ahí es donde entra el medianero de la familia Bravo de Laguna, Francisco Jiménez, ya que asociaciones animalistas como la Fundación Franz Weber han denunciado la explotación recreativa de los camellos aprovechando la reciente difusión de un vídeo en el que una cría intentaba varias veces y sin éxito erguirse con la carga de dos hombres encima, sin que pasajeros ni criadores comprendieran que el animal estaba sufriendo.
Jiménez asegura El Mundo es "el mayor empresario camellero de las islas y el único que se dedica a su cría con escala y métodos profesionales". El empleado de la familia Condal dice que ve "con desesperación y con aburrimiento por tener que estar a la defensiva" porque "no sé cuántos días nos despertamos cuatro personas a las cuatro de la mañana para cuidar de un camello enfermo. Pero de ese trabajo no hay ningún vídeo colgado. Me parece que esta es una discusión estrictamente ideológica en la que falta mucho conocimiento".
Jiménez empieza por explicar que la cría camellera ya ha cambiado mucho y se ha adaptado a las exigencias morales y medioambientales del mundo contemporáneo. "Los camellos de hace 40 años estaban acostumbrados a cargar con mucho más peso del que llevan hoy. Ha pasado lo mismo con los caballos, que antes llegaban a cabalgar ciento y pico kilómetros en un día. Eso, hoy, es imaginable". Y en cuanto al medio ambiente, Jiménez cuenta que su explotación turística opera en Maspalomas, en el sur de Gran Canaria y que se ha adaptado escrupulosamente a las normas de conservación de las Dunas, un espacio frágil y protegido por ley.
