Corría el uno de noviembre del año 1755 cuando un tsunami de Lisboa devora el sur de Gran Canaria hasta el punto que en Fataga hay restos arqueológicos marinos de crustáceos. Un terremoto generado en la falla de las Azores arrasó Lisboa, afectó gravemente a España, Marruecos y llegó a sentirse en lugares tan lejanos como Noruega o Groenlandia. Esto generó la joya de las Dunas de Maspalomas, ahora objeto de odio por parte de los propietarios de casas que se colocaron en zonas próximas. Las Dunas de Maspalomas quieren regresar con las escrituras bajo el brazo y los tractores municipales se ven incapaces de frenar el paso del tiempo. 

Con ese tsunami de 1755 se forman las Dunas de Maspalomas ya que antes era una vaguada y por eso Cristóbal Colón y el pirata Francis Drake pudieron emplear entre 1492 y 1595 el sur de la isla para repostar y disponer de agua dulce. El día de Todos los Santos de 1755 unas 100.000 personas perdieron la vida en el terremoto de Lisboa. Un cataclismo que también pudo ser el causante de las dunas de Maspalomas.

Este 2024 hay propietarios de casas vacacionales en Airbnb y Booking que lamentan que la arena generada por aquel tsunami se meta en sus negocios, actividad empresarial que denuncian los hoteleros y complejos de apartamentos porque en su origen esos suelos eran para la explotación turística regladas, es decir, bajo un mismo mando organizativo. Las redes sociales en Canarias han estallado contra la presencia permanente de vecinos en estas zonas. Las grandes olas que generó llegaron hasta las costas del continente americano y por el camino barrieron el litoral de las islas atlánticas, entre ellas Canarias. En Gran Canaria, arrastraron arena y la depositaron en la zona de la punta de Maspalomas.