El sur de Gran Canaria no solamente se erige como un destino turístico de primer orden. Sin embargo, detrás de la belleza de sus playas se esconde un tentador enemigo para nuestra salud: el azúcar. Durante mi reciente estancia en este paradisíaco enclave, pude constatar de primera mano cómo el abuso de este edulcorante se ha convertido en una constante en la dieta de muchos turistas. En Alemania, alrededor de 8,5 millones de personas padecen diabetes. La cifra de personas diabéticas en Canarias está en torno a las 230.000, es decir, el 15,6 por ciento de nuestra población, casi el doble de la media española.
Los establecimientos hoteleros, ansiosos por satisfacer los paladares más exigentes, ofrecen una amplia variedad de postres y bebidas azucaradas. Desde los tradicionales dulces canarios hasta las sofisticadas creaciones de la alta pastelería, la tentación acecha a cada paso. Los buffets, repletos de coloridos dulces y frutas bañadas en chocolate, resultan irresistibles para muchos, que sucumben a la tentación de excederse en su consumo.
Pero no solo en los hoteles se encuentra el azúcar. Las numerosas cafeterías y heladerías que salpican el paseo marítimo ofrecen una amplia gama de productos ricos en este ingrediente. Los batidos, los cócteles y los helados, elaborados con grandes cantidades de azúcar, son consumidos en grandes cantidades por turistas de todas las edades.
Las consecuencias de este abuso no se hacen esperar. El aumento de peso, la aparición de caries y otros problemas dentales, así como un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes, son algunas de las consecuencias más comunes del consumo excesivo de azúcar. Además, el azúcar puede provocar picos de insulina que, a largo plazo, pueden alterar el metabolismo y favorecer la aparición de resistencia a la insulina.
Es importante destacar que el azúcar no es el único culpable. La falta de ejercicio físico, propia de muchas vacaciones, agrava los efectos negativos del consumo excesivo de este edulcorante. La combinación de una dieta rica en azúcares simples y un estilo de vida sedentario puede tener consecuencias muy perjudiciales para la salud. Maspalomas, como muchos otros destinos turísticos, se enfrenta al desafío de conciliar el placer de disfrutar de la gastronomía local con la necesidad de mantener una alimentación saludable. Es fundamental que tanto los turistas como los establecimientos hoteleros y hosteleros tomen conciencia de los riesgos del abuso del azúcar y adopten medidas para reducir su consumo. Solo así podremos disfrutar de nuestras vacaciones sin poner en peligro nuestra salud.