El último informe coyuntura y previsiones de la demanda del sur de Gran Canaria para el periodo septiembre y octubre de 2024 apuntan a un descenso del 9% de Ryanair y un 14% en el caso de Condor, tradicional aerolínea alemana en la isla. Esto puede ser estacional o consecuencia de los efectos que están sufriendo en Alemania compañías como Lufthansa y Condor, que se quejan en Frankfurt de los elevados costes derivados de las exigencias gubernamentales y advierten de una disminución de los beneficios en la competencia internacional. Debe ser que el peso de TUI se está llevando por delante a Condor.
Las compañías aéreas alemanas Lufthansa y Condor se ven cada vez más perjudicadas por la competencia desleal y el aumento de los costes en Alemania. El increíble aumento de los impuestos y tasas estatales causaría graves problemas a las aerolíneas alemanas y, por efecto arrastre, a Gran Canaria. Y es que el coste del control del tráfico aéreo, los controles de seguridad de la aviación y las tasas de tráfico aéreo se han duplicado en los últimos cuatro años: de 3,5 a 7.000 millones de euros al año. Estas cargas llevaron a que las aerolíneas internacionales eviten cada vez más los aeropuertos alemanes, lo que significa que Alemania está perdiendo cada vez más conexiones con Europa y, evidentemente, con Gran Canaria.
Si bien el tráfico aéreo en la mayoría de los demás países europeos está creciendo por encima del nivel de 2019, la tasa de recuperación en Alemania es solo el 82 por ciento del nivel anterior a la crisis. Esto no sólo pone en peligro la economía orientada a las exportaciones, sino que también pone en duda la libertad de circulación de las personas. Los elevados precios de los billetes hacen que viajar en avión sea cada vez más un problema social. Lufthansa anunció recientemente que introduciría una nueva tasa medioambiental para compensar los crecientes costes provocados por las exigencias gubernamentales. Las exigencias gubernamentales de añadir combustibles sostenibles (SAF). A partir de 2025, las aerolíneas que vuelen desde la UE deberán obtener el dos por ciento de su combustible de combustibles sintéticos producidos a partir de electricidad. Se espera que esta proporción aumente al 70 por ciento para 2050.