En Maspalomas, la mendicidad que viene de Las Palmas es un tema de creciente preocupación por parte de las autoridades municipales dado que afectan especialmente al turismo y la economía local del sur de Gran Canaria. A medida que la isla se recupera del impacto de la pandemia, ha habido un aumento notable en la presencia de personas pidiendo limosna en el entorno del Oasis y Charca de Maspalomas, lo que ha generado discusiones sobre la gestión de la situación y el bienestar social. En 2023, se estimaba que alrededor de 7.000 personas vivían en condiciones de calle en Gran Canaria, muchas de las cuales eran originarias de otros lugares, incluyendo migrantes que llegan a la isla.
Con el arranque de la temporada alta de turismo aumenta la gente que desde Las Palmas llega a buscarse la vida. Es importante destacar que la percepción de los turistas sobre la mendicidad puede variar. Mientras que algunos pueden sentirse incómodos o inseguros al ver mendigos, otros pueden mostrar compasión y voluntad de ayudar. La respuesta institucional se ha centrado en equilibrar la asistencia a quienes lo necesitan con la necesidad de mantener la imagen y seguridad de los destinos turísticos.
En respuesta a esta problemática, las autoridades locales están trabajando en planes de acción para abordar la mendicidad. Esto incluye iniciativas para ofrecer apoyo y recursos a quienes se encuentran en situaciones vulnerables, así como aumentar la presencia policial para garantizar la seguridad y el orden público en áreas turísticas. Además, el problema de la mendicidad se complica por la percepción negativa que puede tener entre los turistas, lo que podría afectar la imagen de Maspalomas como destino turístico. Por ello, se están buscando soluciones integrales que incluyan no solo la intervención policial, sino también programas de reinserción y apoyo social para las personas afectadas.
La mendicidad en Las Palmas de Gran Canaria ha aumentado en los últimos años, y la situación se ha vuelto más visible, especialmente en zonas turísticas y en el centro de la ciudad. Este fenómeno ha suscitado preocupaciones sobre su impacto en la imagen de la ciudad y el bienestar de las personas en situación de vulnerabilidad. La crisis económica y social, exacerbada por la pandemia de COVID-19, ha contribuido a que más individuos se vean obligados a recurrir a la mendicidad como medio de subsistencia. A esto se suma el creciente coste de la vida en la isla.