Se supone que proteger las Dunas de Maspalomas es uno de los mayores objetivos del sur de Gran Canaria. La contaminación lumínica en el sur de Gran Canaria ha aumentado con el desarrollo turístico, urbano e industrial, especialmente en zonas como Maspalomas y Playa del Inglés. Este fenómeno tiene efectos visibles en el medio ambiente y la biodiversidad local, como las alteraciones de los ciclos nocturnos de especies animales que dependen de la oscuridad para su actividad y orientación, especialmente las aves migratorias. Además, la luz artificial intensa afecta la observación astronómica en zonas cercanas al Observatorio Astronómico de Temisas y limita las vistas naturales del cielo nocturno, un recurso turístico apreciado en Canarias debido a sus cielos despejados.
Las medidas para mitigar esta contaminación en el sur de la isla incluyen el uso de iluminación pública adecuada que reduzca el deslumbramiento y la emisión directa al cielo, fomentando el uso de luces con un espectro más cálido y menos contaminante. En 2019, el Cabildo de Gran Canaria promovió iniciativas para reducir el uso de luces LED de alta intensidad en espacios públicos y fomentar tecnologías que minimicen la dispersión lumínica. La Reserva de la Biosfera de Gran Canaria también apoya la regulación de la iluminación para conservar los ecosistemas nocturnos y atraer un tipo de turismo respetuoso con el medio ambiente.
Pese a estas iniciativas, la expansión urbanística en las zonas costeras y el crecimiento del turismo nocturno suponen retos significativos para reducir la contaminación lumínica. El aumento de infraestructuras y la intensidad de actividades comerciales en horario nocturno se consideran factores clave que exigen políticas de sostenibilidad más estrictas, con la esperanza de proteger tanto el entorno natural como los intereses turísticos que valoran la conservación del cielo oscuro.
El consumo de energía en el sur de Gran Canaria ha seguido una tendencia de crecimiento significativo en las últimas décadas, impulsada por el desarrollo turístico y urbano, aunque se ha complementado con esfuerzos para introducir energías renovables en la región. Actualmente, la generación eléctrica en Gran Canaria aún depende en gran medida de combustibles fósiles, los cuales representan una parte importante de las emisiones de CO₂ en la isla, especialmente debido a la alta demanda en sectores de transporte y electricidad. Sin embargo, ha habido avances recientes, como la implementación de proyectos de autoconsumo, que han visto un aumento en la potencia instalada en los últimos años, pasando de menos de 5 MW en 2019 a más de 28 MW en 2022. Esto representa aproximadamente la mitad de la capacidad de autoconsumo instalada en todas las islas Canarias
El sur de Gran Canaria, debido a su concentración de instalaciones turísticas, tiene una demanda de electricidad relativamente alta en comparación con otras regiones de la isla. Esto incluye el suministro de electricidad para el aire acondicionado y los sistemas de iluminación en alojamientos turísticos, así como las instalaciones de ocio. Además, la red de transporte de energía ha requerido ajustes para soportar esta demanda, mientras se avanza en proyectos como la central hidroeléctrica de bombeo reversible en el Salto de Chira, que servirá como un recurso importante para el almacenamiento de energía y estabilidad de la red.