San Bartolomé de Tirajana, municipio turístico de referencia en Gran Canaria, enfrenta desafíos en su infraestructura, seguridad y sostenibilidad
San Bartolomé de Tirajana, conocido por sus playas y clima privilegiado, sigue siendo uno de los destinos favoritos en el sur de Gran Canaria. Sin embargo, tanto visitantes como residentes han expresado inquietudes en redes sociales, señalando algunos aspectos críticos que impactan en la experiencia general.
Uno de los puntos clave es el estado de sus infraestructuras, especialmente los centros comerciales emblemáticos como Kasbah y Metro, que muestran signos de abandono y ruina. Estos espacios, que en su día fueron puntos de encuentro y ocio, ahora necesitan una rehabilitación que los adapte a las demandas del turismo moderno y revitalice su papel en la economía local.
A esta situación se suma la preocupación por la gestión de residuos y la limpieza urbana; la acumulación de basura en zonas públicas y playas no solo afecta a los turistas, sino que también impacta en la calidad de vida de los habitantes, creando una imagen poco atractiva del municipio.
La seguridad y la movilidad son otros aspectos que los usuarios destacan en sus comentarios. Algunos turistas han señalado incidentes en zonas concurridas, sugiriendo una mayor presencia policial para garantizar un entorno seguro y acogedor.
Por otra parte, la falta de guaguas municipales dificultan la movilidad, una situación que podría aliviarse con mejoras en las conexiones y accesibilidad del servicio. Estos “puntos calientes” en San Bartolomé de Tirajana representan no solo desafíos, sino también oportunidades para el municipio de responder a las expectativas de su comunidad.
La falta de áreas recreativas y zonas verdes en San Bartolomé de Tirajana representa una oportunidad para enriquecer la experiencia con espacios que inviten al esparcimiento y el disfrute de la naturaleza. La incorporación de parques, jardines y una mayor vegetación, especialmente con árboles que ofrezcan sombra, no solo embellece el municipio, sino que también ayuda a refrescar el ambiente y mejorar la calidad del aire.
Por último, fortalecer IMPRESCINDIBLEMENTE los servicios sociales, fundamental para prevenir la indigencia y brindar un apoyo más efectivo a las personas sin hogar. Invertir en programas de asistencia temprana y crear redes de ayuda que cubran necesidades básicas de vivienda, alimentación y atención médica permitiría atender a más personas en situación de vulnerabilidad.