La tradicional comilona navideña de la patronal de Las Palmas, más que un evento empresarial, parece haberse convertido en una reunión de amigos y conocidos donde hasta directivos sin invitación hacían cola para entrar. Este año, la estampa de una veintena de comensales sin invitación esperando a la puerta del salón ha dejado al descubierto la transformación de un encuentro exclusivo en un mercadillo de favores. La CCE de Las Palmas ya no tiene nada que ver como la que presidió Suárez Megías, Alberto Isasi, Alberto Cabré o Mario Rodríguez, por citar a algunos históricos.
Pedro Ortega, el mandamás de la patronal, en su discurso, más que hablar de los problemas reales de las empresas y los trabajadores, se dedicó a recitar citas de autores clásicos como Platón y a hacer gala de su erudición. Según él, con un poco de "unidad y esperanza", las islas se convertirán en un paraíso inversor. Una visión tan utópica como la del falangista Muñoz Grandes al afirmar que "la felicidad del pueblo es la ley suprema".
La realidad es bien distinta. La patronal canaria, otrora bastión del empresariado urbano, se ha convertido en un club social donde prima la lealtad partidista sobre la defensa de los intereses empresariales rurales. Los grandes empresarios, aquellos que generan empleo y riqueza de verdad, brillan por su ausencia. En su lugar, encontramos una pléya de funcionarios empresariales, políticos y consultores que viven del cuento. Ortega dijo que el REF de Canarias "cumple 50 años" en 2024, cosa que es un auténtico disparate si se sigue la teoría del director de la Cátedra del REF de la ULPGC e historiador, Salvador Miranda, que lleva décadas desgranando las cédulas de los Reyes Católicos para justificar el REF actual.
Ortega, en su discurso, también se preocupó por la "convivencia" entre turistas y residentes en el sur de Gran Canaria aunque no mencionó al municipio de San Bartolomé de Tirajana o Mogán no vaya a ser que eso implique admitir que en esta comarca se ubica es la capital económica de Canarias. Una preocupación, la de los apartamenteros de Las Palmas, que rompen la unidad de mercado del sur de la isla, que suena a chiste cuando se sabe que muchos de estos empresarios turísticos de Las Palmas son los mismos que están comprando vivienda en zonas turísticas del sur de la isla para ponerlas en alquiler, generando así el mantra de la famosa burbuja inmobiliaria que está expulsando a los residentes. generando turismofobia.
En definitiva, el almuerzo de la patronal canaria ha dejado patente que la organización empresarial está más preocupada por mantener sus privilegios que por defender los intereses de las empresas y los trabajadores. Y mientras tanto, la economía canaria sigue dando tumbos, hoteles en el sur de Gran Canaria que llevan desde 1996 a la espera de construirse, la inflación galopante y el paro juvenil sigue siendo un problema endémico. Como diría Muñoz Grandes: "La política es el arte de engañar al pueblo".