Aprovechando la resaca del 6 de enero te contamos una de las anécdotas más curiosas de uno de los productos más característicos de la gastronomía y que ya es patrimonio de la navidad
La resaca del día de reyes se caracteriza por la vuelta a la rutina, las colas para cambiar esos regalos con los que no han acertado y por el regusto a roscón de reyes (aunque en muchas casas sobra para volver a disfrutar de él este 7 de enero).
Precisamente el roscón, que forma parte de nuestras navidades desde que tenemos memoria, estuvo a punto de ser prohibida por la Unión Europea.
En 2008, la normativa comunitaria de seguridad alimentaria prohibía la inclusión de objetos no comestibles dentro de los alimentos, lo que afectaba directamente a la tradición española de esconder una sorpresa en el interior del roscón. La intención de la UE, aunque no fue comunicada de forma oficial a la ciudadanía, (en parte gracias a que las redes sociales tal y como las conocemos hoy en día apenas estaban comenzando a gatear por ese entonces) generó cierta preocupación entre productores y consumidores de este emblemático dulce navideño.
Afortunadamente, mediante ponencias y exposiciones defendiendo el valor histórico y cultural de este producto, España logró negociar una excepción para el roscón de Reyes, permitiendo que se mantuviera la costumbre de incluir pequeñas figuras o habas en su interior siempre y cuando se garantizara la seguridad del consumidor.
Un logro que permitió preservar una tradición arraigada en la cultura española y que cada año une a millones de familias del país con un desayuno que ya es patrimonio de la navidad en España.

































