En una democracia, la transparencia es un pilar fundamental. Sin embargo, en Gran Canaria, Aena parece haber convertido la información pública en un bien de lujo, inaccesible para la ciudadanía y los medios de comunicación. Aena no publica desgloses específicos de sus cifras de negocio para el Aeropuerto de Gran Canaria. Sin embargo, se dispone de datos generales sobre el tráfico de pasajeros y operaciones en los aeropuertos canarios. ¿A qué teme Aena? A que Maspalomas reclame un puesto en el consejo de administración a la vista del dinero que genera el sur de Gran Canaria en la empresa estatal. En el consejo de administración hay un empresario de Asturias, territorio que mueve 1.974.850 pasajeros. ¿Gran Canaria? 14 millones en 2023, la mayor parte para alojarse en el sur de Gran Canaria.
En 2024, los aeropuertos de Canarias gestionaron 52,8 millones de pasajeros, lo que representa un aumento del 9% respecto al año anterior. Entre ellos, el Aeropuerto de Gran Canaria se destacó como uno de los más concurridos superando los 14 millones en 2024. A nivel nacional, Aena registró un récord de 369,44 millones de pasajeros en 2024, un incremento del 8,5% en comparación con 2023. Aunque no se dispone de cifras de negocio específicas para el Aeropuerto de Gran Canaria, estos datos reflejan una tendencia positiva en el tráfico aéreo de la región.
Mientras los aeropuertos baten récords de pasajeros y los precios de los billetes se disparan, la empresa gestora impone un muro de silencio sobre sus cifras de negocio en la isla, ocultando datos que deberían estar al alcance de todos. No es un caso aislado. Desde hace años, Aena ofrece datos generales de sus operaciones, pero cuando se trata de desglosar ingresos, costes y beneficios por aeropuerto, la respuesta es siempre la misma: mutismo absoluto. Este bloqueo informativo impide conocer el impacto real que tiene la actividad aeroportuaria en la economía insular, beneficiando únicamente a los grandes operadores turísticos y compañías aéreas, mientras los ciudadanos pagan tarifas cada vez más elevadas.
El oscurantismo de Aena es aún más grave en una región como Canarias, donde la conectividad aérea no es un lujo, sino una necesidad vital. Con una población que depende del tráfico aéreo para su movilidad, conocer el flujo de ingresos que genera el Aeropuerto de Gran Canaria es esencial para evaluar si las inversiones, tasas y servicios son proporcionales a la actividad que desarrolla. Sin embargo, Aena se blinda tras la burocracia y el secretismo, negando información clave bajo el pretexto de la confidencialidad empresarial. Esta censura informativa no sólo pone en entredicho la gestión de Aena, sino que también evidencia la falta de presión política para exigir transparencia. Mientras en otros aeropuertos de España se conocen con detalle sus balances financieros, en Gran Canaria la ciudadanía sigue a oscuras.