Las neuronas espejo son un tipo de neuronas que se activan tanto cuando una persona realiza una acción, como cuando observa a otra persona realizar esa misma acción. Descubiertas en los años 90 por un equipo de investigadores italianos, estas neuronas desempeñan un papel crucial en el aprendizaje por imitación y en la empatía. Su funcionamiento nos permite entender y replicar comportamientos, así como sentir y compartir las emociones de los demás.
Este mecanismo es fundamental para el desarrollo social y emocional, especialmente en la infancia. Además, se ha sugerido que estas neuronas pueden estar implicadas en la comprensión del lenguaje y en el aprendizaje de habilidades motoras complejas. En resumen, las neuronas espejo son esenciales para la cohesión social y el desarrollo de habilidades interpersonales, siendo una pieza clave en la forma en que aprendemos y nos relacionamos con los demás. Por eso, Canterbury Maspalomas ha seguido este 2025 su agenda de reunir a personas mayores del sur de Gran Canaria con escolares de la comarca, creando un espacio intergeneracional de enriquecimiento mutuo. Los jóvenes estudiantes disfrutaron enormemente al entrevistar a distintas generaciones y compartir juegos con los mayores, fortaleciendo así los lazos comunitarios y aprendiendo valiosas lecciones de vida e historia.
Este tipo de encuentros no solo ofrece beneficios educativos, sino que también fomenta la empatía y la comprensión entre generaciones. Al interactuar con los mayores, los niños desarrollan habilidades sociales esenciales y aprenden a valorar las experiencias y conocimientos de los más ancianos. Este intercambio es fundamental en los primeros años de escolarización, ya que las neuronas espejo juegan un papel crucial en el desarrollo de la empatía y la comprensión emocional. La combinación de escolares y abuelos en actividades conjuntas no solo enriquece la vida de los mayores, que se sienten valorados y escuchados, sino que también contribuye al crecimiento emocional y social de los niños. Este taller de memoria es un ejemplo perfecto de cómo las actividades intergeneracionales pueden fortalecer el tejido social y promover una sociedad más compasiva y conectada.
