La tilapia de Mozambique, considerada una especie invasora, ha tomado el control de la Charca de Maspalomas, convirtiéndose en la especie dominante de la Reserva Natural Especial de las Dunas. Lo que comenzó como un esfuerzo decidido por parte del Cabildo de Gran Canaria en 2019 para limitar su proliferación, utilizando nasas diseñadas específicamente para su captura, culminó en 2024 con una aceptación oficial de su presencia.
En 2019 siendo consejera de Medio Ambiente Inés Jiménez dijo que el proyecto de presupuestos del Cabildo para 2020 contaba con una partida inicial de 700.000 euros destinada a labores de recuperación ambiental en este espacio natural. Y de ahí surgía el proyecto Masdunas de Las Palmas para frenar el proceso de degradación ambiental producido durante los últimos 50 años en las Dunas de Maspalomas. Con un presupuesto de 1,1 millón de euros el Cabildo grancanario puso en práctica un esquema de detención de la pérdida de arena que pretende devolver a las dunas parte de sus valores ecosistémicos con dinero de la Oficina Española de Cambio Climático y ahí se incluía acabar con la tilapia.
Pero la extraordinaria capacidad de esta especie para reproducirse y adaptarse no solo ha frustrado los intentos de control humano, sino que ha establecido a la tilapia como la única residente permanente de esta laguna salina de sur de Gran Canaria. El último esfuerzo por contener su expansión fue abandonado, lo que ha permitido que las aves de la zona encuentren en ella su principal fuente de alimento.
Catalogada entre las 100 especies más perjudiciales del mundo, la tilapia fue identificada por primera vez en Gran Canaria en 2017 y se ha propagado rápidamente a embalses como La Gambuesa y Ayagaures. En el entorno de la charca, su agresividad y voracidad han llevado a la extinción de otras especies nativas, alterando drásticamente el equilibrio del ecosistema local. Durante varios años, el Cabildo intentó llevar a cabo una captura masiva; en 2021, se retiraron más de 135.000 ejemplares (equivalentes a 2,65 toneladas), pero con el paso del tiempo, las cifras de captura disminuyeron notablemente, evidenciando las dificultades para controlar la situación y la magnitud de la invasión.
En 2024, la Consejería de Medio Ambiente, bajo la dirección de Raúl García, decidió poner fin a los esfuerzos de control, considerando la reproducción de este pez como un reto insuperable. Así, la tilapia se ha establecido como la especie dominante en las aguas de la Charca de Maspalomas, alimentando a las aves y adaptándose a las altas temperaturas y la salinidad del verano. Su resistencia ante las intervenciones humanas no solo subraya los límites de la gestión ambiental, sino que también simboliza el triunfo de la naturaleza sobre la burocracia. En Maspalomas, la contienda está decidida: la tilapia ha llegado para quedarse.
