Se están metiendo en España con Donald Trump por meterle aranceles al jamón 'made in Spain' en EE.UU cuando tienen a toda la cadena de valor del turismo de Canarias aguantando a cuatro tipos que vinieron a las islas a hacer la mili obligatoria en la época de Franco y, con el bodrio del Régimen Económico y Fiscal (REF) canario, tienen todo el mercado blindado a costa del bolsillo de residentes además de turistas. Proteger a las empresas canarias que no quieren competencia trae paradojas a la hora de hacer la compra a los jefes de cocina de los hoteles en el sur de Gran Canaria y, por defecto, al resto de los mortales que apenas llegan a fin de mes por la inflación. Pero es el calvario administrativo que tolera el director general de Competencia de la Comisión Europea Olivier Guersent, ya que a los importadores les da igual: aplican sobrecoste e imputan al consumidor final los excesos burocráticos.
Un análisis de costes logísticos y fiscales de Maspalomas24H este mes de marzo revela un dato sorprendente: enviar un jamón desde Huelva a Corea del Sur o Japón resulta más barato que enviarlo a Maspalomas, a pesar de las diferencias abismales en distancia. Quizás si fuese Corea del Norte en el coste a Canarias estarían empatados. Son las paradojas de ese artefacto que nadie logra comprender y que debería disolverse o resetearse para adaptarlo a la economía real.
Con los precios del transporte a fecha de marzo de 2025, el coste estimado para el envío a Corea del Sur sería de 1.120 euros. Estos valores incluyen gastos de transporte, aranceles e impuestos locales específicos de Corea y transporte terrestre hasta un hotel, los cuales representan una parte significativa del coste final. Sin embargo, los envíos a Asia suelen beneficiarse de economías de escala y de infraestructuras logísticas optimizadas, lo que mitiga el impacto de la distancia. Los estibadores coreanos no cobran 8.800 euros neto al mes como sí pasa en Las Palmas.
El coste estimado de enviar el mismo producto a Maspalomas (incluyendo la suma desde Las Palmas de Gran Canaria a Meloneras) se sitúa entre 720 euros y 770 euros sin impuestos. Sin embargo, al incorporar el IGIC, el rango asciende a 804,5 euros. Este incremento, aunque proporcionalmente menor que los impuestos asiáticos, resulta significativo debido a la burocracia añadida del régimen insular, los trámites aduaneros y las tasas logísticas específicas de Canarias. El turista que consume jamón en Maspalomas es el que paga el salario del pobre estibador de Las Palmas.
Aunque las cifras brutas parecen indicar que Maspalomas es una opción más económica, el análisis de coste por kilómetro evidencia la paradoja: transportar el producto desde Huelva a Asia, a más de 10.000 kilómetros, tiene un coste competitivo gracias a la optimización de rutas internacionales y menores restricciones fiscales de exportación. En contraste, los aproximadamente 1.000 y pico kilómetros que separan el puerto de Huelva de la cocina de un hotel de Maspalomas o Meloneras enfrentan complicaciones administrativas y fiscales propias del bodrio del REF canario, lo que encarece de manera desproporcionada el envío. Este fenómeno resalta la necesidad de repensar los sistemas fiscales y logísticos locales en territorios insulares como Canarias, cuyo mercado interno podría beneficiarse de una simplificación normativa que fomente un comercio más competitivo y eficiente. ¿Quién diría que el lujo del jamón podría desvelar una de las paradojas más intrigantes de la logística?