Binter ha desplegado la mayor programación de su historia para la temporada de verano, anunciando que operará uno de cada cinco vuelos nacionales con destino u origen en Canarias. Con 32 rutas directas desde 18 ciudades españolas y un incremento del 38% en la oferta de asientos, la compañía se afianza como un actor clave en el espacio aéreo nacional. Pero mientras celebra su expansión, crecen las preguntas: ¿es realmente bueno este crecimiento para el turismo en Canarias? ¿O se está apoyando en exceso en el escudo financiero del descuento de residente?
Una red más amplia, pero con qué objetivos
Desde finales de marzo, Binter ha añadido ocho nuevas rutas nacionales, incluyendo conexiones directas desde Canarias hacia Córdoba, Badajoz, Almería y Valencia. En algunos casos, como el de Valencia, la frecuencia supera incluso los 16 vuelos semanales. El movimiento responde a una lógica empresarial clara: diversificar destinos y posicionarse como aerolínea de referencia entre la Península y el archipiélago.
Sin embargo, la lectura no es unánime. Si bien este despliegue mejora las opciones de vuelo directo desde más puntos de España hacia Canarias —algo valioso para el turismo nacional—, también despierta recelos sobre la sostenibilidad del modelo y su impacto en la conectividad para los residentes.
El descuento de residente como incentivo… ¿o subsidio encubierto?
Uno de los motores fundamentales detrás de esta expansión es el 75% de descuento en el precio de los billetes aéreos para residentes canarios, financiado por el Estado. Este incentivo, creado para garantizar la movilidad entre islas y con la Península, ha terminado convirtiéndose en un colchón financiero que, según algunos expertos, puede estar distorsionando el mercado.
“Cuando una compañía crece apoyada en una subvención pública que cubre buena parte de sus ingresos, hay que preguntarse si la estrategia está orientada al beneficio de los residentes o al aprovechamiento de una ventaja fiscal para expandirse con bajo riesgo”, comenta un analista del sector aéreo.
¿Turismo o conectividad?
La paradoja es evidente: el aumento de rutas puede beneficiar al turismo peninsular, pero podría estar tensionando la conectividad interior o encareciendo rutas clave para la población residente. Hay voces que advierten que, mientras Binter abre nuevas rutas con Córdoba o Badajoz, los vuelos entre islas o a Madrid en ciertos horarios se ven saturados o encarecidos, incluso con el descuento.
Además, en temporada alta, los billetes se agotan rápidamente y los precios base se disparan, lo que vuelve a cuestionar la eficacia real del sistema de bonificaciones.
Turismo más diversificado… pero también más dependiente
Desde una óptica turística, las nuevas rutas pueden ayudar a diversificar los perfiles de visitantes hacia las islas, algo positivo para destinos como Gran Canaria o Fuerteventura que buscan desestacionalizar y desconcentrar la llegada de turistas. Pero esa apuesta se hace con una fuerte dependencia de un modelo de subvención pública, y sin una política clara de equilibrios entre la conectividad turística y la de los residentes.
¿Hacia un nuevo modelo?
La expansión de Binter es, sin duda, una oportunidad de crecimiento para la economía canaria. Pero como todo modelo basado en ayudas públicas, necesita transparencia, control y visión de largo plazo. Lo que hoy parece una historia de éxito comercial, podría convertirse en un problema estructural si no se garantiza que el beneficio llegue tanto al turista como al residente.
La gran pregunta sigue abierta: ¿hasta qué punto se está utilizando el descuento de residente como motor de expansión de una compañía privada? Y, sobre todo, ¿quién paga realmente el coste de esa conectividad?