En Meloneras, una pareja alemana prueba una nueva fragancia de Dior mientras una dependienta les explica en su idioma la diferencia entre el Eau de Parfum y el Eau de Toilette. A pocos metros, en una boutique de perfumería selectiva, dos turistas británicos comparan precios de Chanel entre risas: “¡Aquí es casi 30 libras más barato que en Manchester!”, exclama uno. No es una excepción. Es una escena cotidiana en el sur de Gran Canaria, donde el perfume se ha convertido en uno de los recuerdos más deseados, no solo por su aroma, sino por su precio.
El secreto está en el sistema fiscal. Canarias, aunque forma parte de la Unión Europea, no aplica el IVA (21%) como en la península o el resto de Europa, sino un impuesto propio: el IGIC, con un tipo general del 7%. Esto supone una diferencia directa de hasta el 14% en productos de perfumería, cosmética o maquillaje, a la que se suman los descuentos comerciales, las promociones en tienda y la fuerte competencia entre distribuidores. El resultado es claro: perfumes de alta gama a precios considerablemente más bajos que en ciudades como Berlín, Londres, Ámsterdam o París.
“El ahorro es real. No es solo una cuestión de marketing”, asegura Eduardo Rodríguez, gerente de una cadena de perfumerías de lujo en Playa del Inglés. “Un perfume de Carolina Herrera, Paco Rabanne o Hermès puede costar aquí entre un 20% y un 30% menos. Y muchos turistas ya lo saben: vienen con listas de encargos para familiares y amigos”. La demanda está bien segmentada. Según datos del sector, los turistas más interesados en productos de perfumería proceden de Alemania, Reino Unido, Bélgica, los países nórdicos y, en menor medida, Francia, con edades comprendidas entre los 25 y los 65 años. Los más jóvenes buscan novedades de tendencia —como las fragancias de Rabanne, Yves Saint Laurent, Jean Paul Gaultier o Armani—, mientras que el público más adulto se inclina por clásicos como Chanel N°5, Eau Sauvage de Dior, CK One, Le Male o Terre d’Hermès.
También se registra un auge de la perfumería nicho y exclusiva, como Byredo, Creed, Jo Malone o Le Labo, especialmente entre un turismo de alto poder adquisitivo que frecuenta zonas como Meloneras, San Agustín o Pasito Blanco. “Estos clientes valoran la exclusividad, el trato personalizado y, por supuesto, el ahorro sin renunciar al lujo”, añade Rodríguez.
Otro elemento clave es la experiencia de compra. En el sur de Gran Canaria, los establecimientos ofrecen atención en varios idiomas, trato cercano, posibilidad de probar el producto sin prisas, horarios amplios e incluso servicios de envío al extranjero o de envoltorio para regalo. “Comprar aquí es parte del viaje, es una experiencia relajada y agradable”, dice Anna, una turista sueca que repite destino cada invierno. Las tiendas autorizadas ofrecen además garantía de autenticidad, posibilidad de devolución, muestras gratuitas y asesoramiento profesional, un detalle importante para quienes desconfían de las imitaciones que pueden encontrarse en otros mercados vacacionales. En definitiva, comprar perfumes en el sur de Gran Canaria se ha convertido en un ritual placentero y rentable. El turista no solo se lleva una fragancia: se lleva también la certeza de haber hecho una buena compra, en un entorno privilegiado donde el lujo tiene aroma a ahorro inteligente.