En Segunda, los focos mediáticos no miran a Arabia, sino a Asturias. El descenso de la UD Las Palmas a Segunda División ha dolido. En la grada, en los bares del sur, en los corazones de miles de aficionados que soñaron con ver al equipo consolidado en la élite. Pero mientras los focos se apagan en el Estadio de Gran Canaria y las redes sociales arden de frustración, en los despachos del sur de Gran Canaria empieza a imponerse otra lectura: la Segunda también puede jugarse desde Maspalomas. Y ganarse. De hecho, dada la capilaridad de terrenos de juego, Binter Canarias será una de las grandes beneficiadas. Además, como el CD Tenerife va a estar un año fuera de cobertura promocional en el fútbol por su llegada a Segunda B, la Primera RFEF, el sur de Gran Canaria puede sacar mayor partido.
Porque en el tablero del turismo deportivo, el regreso de la UD Las Palmas a LaLiga Hypermotion abre una oportunidad de oro para reposicionar el destino Maspalomas-Costa Canaria como referencia nacional de sol, deporte y experiencia. El ruido de las superestrellas cede espacio a los relatos de tierra y afición. Y ahí, Maspalomas tiene algo que ofrecer: clima de eterna primavera, infraestructuras hoteleras de calidad, y un relato de fidelidad al fútbol que conecta con el alma del aficionado español medio.
“Vienen a jugar al Gran Canaria, pero quieren quedarse en el sur. Eso lo sabemos todos los hoteleros”, apunta una fuente del sector. La oferta de turismo experiencial ligada al fútbol puede tener en Segunda una ventana menos saturada y más cercana al público nacional, que sigue siendo clave para la ocupación invernal. El calendario de Segunda favorece las escapadas. Equipos como Oviedo, Racing de Santander o Valladolid tienen aficiones organizadas, familiares, que ven en Gran Canaria algo más que un partido: un puente, un viaje de sol en enero, una experiencia con camiseta y cañas.
Si se articula bien —con paquetes de viaje, acciones con peñas y promociones de fin de semana—, cada jornada puede traducirse en decenas de habitaciones ocupadas en Maspalomas. Es turismo deportivo, sí. Pero también gastronómico, cultural y de desconexión. Y luego está el relato. El equipo desciende, pero no se rinde. Maspalomas, golpeado por la crisis turística, tampoco. Ambos quieren volver. Y hacerlo más fuertes. ¿Qué mejor campaña institucional que unir deporte e identidad insular en una narrativa compartida de recuperación?
La UD busca volver a Primera. Maspalomas, al liderazgo turístico. El camino puede recorrerse juntos, si se alinean intereses, discursos y oportunidades. En LaLiga Hypermotion, los costes de patrocinio son menores, pero el retorno puede ser más directo. La visibilidad de marcas como "Maspalomas-Costa Canaria" en las retransmisiones, en redes sociales del club o en eventos de pretemporada tiene menos competencia y mayor penetración nacional.Si se actúa con inteligencia, la Segunda puede ser un trampolín de marca y no un castigo. El fútbol no es solo victoria. Es presencia, pertenencia, relato. Maspalomas tiene una oportunidad única de acompañar a la UD Las Palmas desde el sur, no como espectador triste del descenso, sino como socio activo en la remontada de una isla entera. El partido por el turismo se juega también en Segunda. Y aquí, cada córner puede ser una reserva más.
