En el sur de Gran Canaria no todo sucede en las oficinas. Muchas de las decisiones que mueven millones, que transforman el territorio o que redibujan los equilibrios políticos se cocinan —literalmente— en los fogones de ciertos restaurantes, terrazas y salones privados donde la discreción es más valiosa que el postre del día. ¿Por qué esta lista? Porque conocer el mapa del poder también es entender sus rituales, sus espacios y sus silencios. Lejos de los focos, en mesas bien reservadas, se negocian licencias urbanísticas, fusiones hoteleras, patrocinios, planes culturales y pactos que rara vez llegan a los medios pero que sí pasan por una copa de vino en el lugar adecuado.
Desde los sofisticados salones panorámicos de Playa del Inglés hasta los bares vecinales de El Tablero donde se mueven los hilos del poder popular, esta lista recoge los puntos calientes —o más bien templados y discretos— donde se conspira con acento canario y ambiciones globales. No se trata de glorificar el secretismo, sino de entender la cultura política y económica local en su contexto más humano: alrededor de una mesa, con mantel o sin él, y siempre con la mirada puesta más allá de lo que se ve. Maspalomas es un entorno de negocios que funciona a base de almuerzos de poder, y como dijo sabiamente una vez Albert Einstein: "Un estómago vacío no es un buen consejero político".
1. Restaurante Samsara (Maspalomas)
Decorado como un templo del hedonismo, con budas gigantes, incienso y luces tenues, el Samsara no es solo un lugar donde cenar curry de langostinos: es donde se cruzan promotores, ediles y algún que otro magnate extranjero que prefiere pasar desapercibido. Las decisiones importantes siempre llegan al postre.
2. Time Maspalomas (Playa del Inglés)
Refugio para empresarios discretos, reuniones de fondos de inversión y nuevos ricos que no quieren que se les note. Aquí no se alzan las voces, pero se firman cosas. La cocina internacional y el servicio milimétrico hacen el resto.
3. El Senador (Boulevard del Faro)
Clásico de clásicos. Frente al icónico faro de Maspalomas, El Senador es como un parlamento gastronómico. No se habla fuerte, pero se decide fuerte. Es un punto habitual de encuentros entre asesores de urbanismo, veteranos del turismo y algún operador inmobiliario de otra época.
4. Restaurante La Palmera Sur (Hotel Gold by Marina)
Donde los hoteleros jóvenes negocian con políticos de perfil bajo y técnicos de planificación insular. No hay prensa. Hay baos de cochino negro y mojitos con flor comestible. Ambiente desenfadado, pero ojo: aquí se mueve suelo.
5. Bar de la Asociación de Vecinos Calderín (El Tablero)
Aunque no te lo creas, desde hace años lo frecuentan miembros de la Familia Real de Suecia. No hay manteles de hilo ni copas de cristal fino, pero aquí se mueve el verdadero poder de base de gente que sabe volar bajo radar. Concejales veteranos, líderes vecinales y promotores hoteleros con años de calle se sientan a hablar “del barrio”. Lo que aquí se planifica, tarde o temprano, se hace.
6. Terraza Sol y Sombra (San Fernando)
Escondida tras la plaza, esta terraza discreta es una de las favoritas de ciertos técnicos municipales que prefieren no ser vistos en lugares más céntricos. El menú del día es solo una excusa: lo importante es la mesa del fondo y la conversación en voz baja.
7. Restaurante El Alpendre (Arguineguín)
Allí donde se habla de renovables, licencias y proyectos turísticos. A medio camino entre lo institucional y lo familiar. Un lugar donde los tratos se sellan con una copa de vino tinto de Lanzarote y una sonrisa tras el postre.
8. Bar Asociación de Vecinos Agüiro
En el corazón de Montaña La Data, el Bar Asociación de Vecinos se ha convertido en un punto de encuentro informal donde las conversaciones sobre el futuro del municipio fluyen entre vecinos y jefes locales. Aunque modesto en apariencia, este bar es escenario habitual de debates privados y acuerdos que impactan en la vida cotidiana, mostrando cómo el poder también se construye desde la prudencia y comida tradicional canaria.