Miércoles, 22 de Octubre de 2025
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TURISMOCrónica Lopesan: un banco de inversión en traje de construcción y turismo con base en Maspalomas

Crónica Lopesan: un banco de inversión en traje de construcción y turismo con base en Maspalomas

G. H. MASPALOMAS24H Sábado, 24 de Mayo de 2025

Hijos de Francisco López Sánchez S.A., más conocida como Grupo Lopesan, no es solo una empresa más en el archipiélago. Fundada en 1986 y controlada por Eustasio López, esta sociedad patrimonial se ha convertido en un monstruo silencioso, un Leviatán financiero que devora el tiempo sin hacer ruido pero dejando huella. Cuatro décadas después, mientras muchos promotores caen con estrépito en la vorágine del mercado, Lopesan exhibe una salud financiera que haría palidecer a competidores mucho más mediáticos.

Lo llamativo no es que venda por 11,48 millones de euros —cifra nada desdeñable, pero sí modesta para su envergadura—, sino que su beneficio neto supere esa cantidad con un margen que bordea la genialidad: 11,71 millones. ¿De dónde brotan esas ganancias? No del sudor del ladrillo o el hormigón. No. Su fortaleza está en la cartera: 53 empresas bajo su paraguas, un activo que se dispara por encima de los 864 millones de euros. Es un holding disfrazado de promotora, un gigante que mueve piezas con la astucia de un ajedrecista.

En un panorama económico que podría definirse como una ruleta rusa, Lopesan mantiene un coeficiente de solvencia ocho veces superior a la media, y un retorno sobre el capital propio (ROE) del 64,8%. Datos que hablan de disciplina férrea y astucia financiera, aunque con un pie en el riesgo: más de la mitad de su deuda es a corto plazo y su patrimonio neto apenas alcanza el 0,2% del total, señal clara de un modelo apalancado, sí, pero sin perder la brújula.

La administración está en manos de Invertur Helsan, y aunque su capital social declarado no es una cifra deslumbrante —6,68 millones—, la solidez viene por otros lares. InsightView la califica con riesgo moderado, sin mácula en impagos o concursos, lo que en estos tiempos no es poca cosa.

Lo que realmente deslumbra es su diversificación: 391 millones en inversiones a largo plazo y más de 13 millones en activos inmobiliarios, pese a los inevitables ajustes por el valor de los terrenos. Es aquí donde Lopesan deja claro que ya no es solo un promotor de hoteles y apartamentos, sino un banco de inversión en traje de construcción, un titán que se juega la partida en los balances, no en las grúas.

No es casualidad que el efectivo líquido sea elevado y el fondo de maniobra del 7,6%, dotándola de agilidad para reaccionar. Aunque con un plazo medio de cobro de 166 días —más de cinco meses esperando para que le paguen—, la liquidez no parece peligrar. Sorprendentemente, en 2023 las ventas directas fueron cero, una declaración de intenciones que descompone el modelo clásico: Lopesan ya no necesita construir para ganar. ¿Es esta madurez o desconexión del negocio tradicional? Eso está por verse.

En definitiva, el músculo financiero del Grupo Lopesan es un juego maestro entre tradición y modernidad, un cruce entre el constructor de toda la vida y el inversor frío y calculador. Mientras el turismo y el ladrillo en Canarias se reinventan, esta empresa continúa su camino con la discreción de un monje budista y la fuerza de un titán, demostrando que en el juego del dinero, a veces, menos es más y el silencio es la mejor estrategia.

Lopesan ha trascendido la necesidad de vender para generar beneficios. Su dinero, su poder, emana directamente de sus movimientos patrimoniales y su estrategia de inversiones. Este no es un cambio de paradigma; es una metamorfosis completa. Ya no es una empresa que "construye"; es una arquitectura financiera que se sostiene sobre sí misma, una pieza clave en el ecosistema canario que, sin grandes alardes, susurra al oído de la economía insular con la voz autoritaria de los números. En definitiva, Lopesan no es solo un grupo empresarial; es una lección magistral sobre el poder oculto del capital y la astucia financiera, un recordatorio de que, a veces, las mayores fortunas se gestan lejos de los focos, en el discreto pero implacable movimiento de los activos.

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