El sur de Gran Canaria no solo atrae turistas. Ahora, también seduce a los gigantes de la energía renovable. Con vientos constantes, aguas profundas cerca de la costa y una red eléctrica reforzada, el litoral comprendido entre Arguineguín y Juan Grande se perfila como uno de los hubs más rentables de Europa para el desarrollo de eólica marina flotante. Las previsiones técnicas y económicas lo avalan.
Según simulaciones internas de Equinor —basadas en modelos de producción real en Hywind Scotland y Hywind Tampen—, un clúster eólico de 200 a 300 MW frente a la costa sur grancanaria, utilizando tecnología flotante de última generación, podría alcanzar un factor de capacidad superior al 51 %, una cifra que sitúa a la zona en el top 5 europeo en eficiencia de captación del recurso eólico.
La combinación de recurso estable y mar profundo convierte al sur de Gran Canaria en un “tier-1 location”. El coste nivelado de la energía (LCOE), hoy estimado en unos 88 euros/MWh para tecnología flotante, podría reducirse hasta los 65 euros/MWh hacia 2029 si se consolidan infraestructuras logísticas locales como el Muelle de Arinaga y se activan incentivos fiscales vinculados al Régimen Económico y Fiscal (REF) canario.
Por cada 100 MW instalados, se proyecta una inversión cercana a los 360 millones de euros, con retornos netos estimados entre el 9 y el 12 % TIR en proyectos con PPAs indexados a precios reales del mercado canario, que mantiene una media de entre 130 y 160 euros/MWh desde 2022. El diferencial respecto a la península convierte la conexión a tierra en un vector clave de rentabilidad.
La existencia de infraestructura eléctrica redundante en el eje Salto de Chira–Telde y el refuerzo de la subestación de Barranco de Tirajana permiten evitar cuellos de botella. No obstante, aún quedan nudos jurídicos: las aguas canarias están bajo competencia estatal, y se prevé que las primeras subastas se celebren en 2026, con adjudicación de derechos de uso de zona por 25 años.
Más allá del retorno directo, el sur grancanario ofrece valor añadido industrial. Se estima que cada MW instalado puede generar 11 empleos directos e indirectos, lo que sitúa el potencial laboral de un parque de 250 MW en 2.750 empleos a lo largo de su ciclo de vida. Si el puerto de Arinaga logra posicionarse como base de ensamblaje y mantenimiento, el multiplicador económico se dispararía.
En definitiva, el sur de Gran Canaria es hoy para la eólica marina lo que el Mar del Norte fue en los años 90: una frontera por explorar, con vientos estables, reglas fiscales favorables y urgencia climática de fondo. Solo falta lo más difícil: decisión política, subasta clara y puerto operativo.