El consejero de Lopesan Touristik en Alemania y empresario Agustín Manrique de Lara y Benítez de Lugo, expresidente del Círculo de Empresarios de Gran Canaria y de la Confederación Canaria de Empresarios, ha comparecido este lunes en la comisión del Parlamento de Canarias que estudia la revisión del REF, en donde ha planteado medidas fiscales como la supresión del AIEM, la barrera arancelaria que se hizo en Las Palmas y que condiciona desde licitaciones de obra pública a las compras de los pequeños empresarios del sur de Gran Canaria en hostelería y turismo.
Nueva etapa, nuevo rol. Ya sin el peso institucional de sus antiguos cargos, Manrique de Lara puede permitirse más libertad para defender ideas de transformación profunda, sin estar condicionado por los equilibrios internos del empresariado canario. Su rol hoy es más propositivo, casi tecnocrático, y eso le permite pedir la eliminación del AIEM con una visión más estructural y menos corporativa. No se trata tanto de una contradicción como de una evolución lógica. Manrique de Lara ha pasado de defender el AIEM como un mal necesario en su día, a verlo hoy como un obstáculo a la modernización, la equidad fiscal y la competitividad global de Canarias. Un viraje que refleja una toma de conciencia sobre el nuevo ciclo económico y social que vive el Archipiélago.
Los motivos:
1. Cambio de paradigma económico: del proteccionismo al acceso y la competitividad. Manrique reconoce que el mundo ha cambiado, y con él las reglas del juego económico. El auge del comercio electrónico, la globalización logística y la necesidad de acceso competitivo a materiales (especialmente para sectores clave como el turismo) han hecho del AIEM una herramienta más obsoleta que útil, según sus propias palabras. Especialmente en lugares como Maspalomas, donde renovar la planta hotelera requiere materiales que el AIEM encarece, el arbitrio se ha convertido en una barrera al desarrollo.
2. El AIEM encarece el coste de vida. Manrique de Lara se hace eco ahora de una crítica sostenida por consumidores y sectores ajenos a la industria: el AIEM repercute directamente en el precio final de los productos importados. Esto penaliza a las familias canarias, aumenta la brecha de consumo y afecta de forma regresiva a las rentas más bajas. En un momento en que el poder adquisitivo en las islas está muy por debajo de la media nacional, esta posición busca alinear el REF con el bienestar ciudadano, no solo empresarial.
3. El auge del turismo como motor real de la economía. Aunque el AIEM nació para proteger a la industria, la realidad económica de Canarias está dominada por los servicios y, en particular, por el turismo. Manrique de Lara parece haber interiorizado que seguir sacrificando competitividad turística en favor de una industria marginal en términos de PIB no es sostenible. Además, subraya que otras fórmulas como bonificaciones a quienes consuman producto local son más eficientes y menos distorsionadoras del mercado.
4. Un enfoque fiscal centrado en las personas, no en los sectores. Su propuesta general de reforma del REF va en la línea de trascender el enfoque sectorial clásico y sustituirlo por una visión integral, centrada en ensanchar la clase media. Desde esa óptica, mantener figuras que encarecen productos básicos, dificultan el comercio online o benefician a unos pocos sectores se vuelve incoherente con un modelo económico más abierto y distributivo.