Maspalomas no es solo sol, dunas y turistas. También mira al espacio. Desde una parcela discreta entre El Tablero y Montaña Blanca, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) opera uno de los nodos más sensibles de la defensa española. Y ahora, con la creación del Ejército del Aire y del Espacio, su papel estratégico se dispara.
“Estamos en una nueva dimensión del conflicto, y Maspalomas tiene mucho que decir”, explican fuentes militares a Maspalomas24H. Lo que comenzó hace más de 60 años como estación auxiliar de la NASA durante el Apolo XI, se ha convertido hoy en una infraestructura crítica de vigilancia, seguimiento y soberanía en órbita.
Un enclave militar clave en la frontera sur
Desde sus antenas, algunas de hasta 15 metros de diámetro, Maspalomas gestiona datos de satélites españoles, europeos y aliados. La estación ha apoyado lanzamientos recientes como el SpainSat NG 1 y colabora habitualmente con la ESA. Pero su futuro inmediato apunta más alto —y más tenso—.
El reto es claro: Maspalomas debe convertirse en un centro militar plenamente integrado en la arquitectura de defensa aeroespacial, con protocolos OTAN, seguridad reforzada y personal técnico-militar cualificado. En otras palabras: pasar de ser “útil” a ser estratégico.
Los planes incluyen desde nuevos sistemas de protección ante ciberataques hasta capacidad para detectar maniobras sospechosas en órbita baja y geosíncrona. El centro podrá alertar si un satélite hostil se aproxima a uno español, o si se produce una colisión que ponga en riesgo las comunicaciones.
Maspalomas también será clave para el despliegue y control de satélites de uso dual (civil y militar), cada vez más decisivos para tareas como la vigilancia del tráfico marítimo, la respuesta ante desastres naturales o el control de fronteras desde el espacio.
Formación y ejercicios con el Ejército del Aire y del Espacio
El personal técnico del INTA trabaja codo a codo con militares especializados en operaciones espaciales. El objetivo es formar a los primeros “operadores del espacio” en Canarias, capaces de gestionar emergencias orbitales, interferencias o incluso simulacros de conflicto en el ciberespacio.
Además, se preparan ejercicios conjuntos con bases como Gando o Torrejón, y simulaciones en tiempo real con socios europeos.
Canarias en el mapa de la defensa europea
La ubicación geográfica convierte a Maspalomas en un activo único: cobertura limpia del ecuador orbital, proximidad al continente africano, baja contaminación electromagnética y clima ideal para el seguimiento ininterrumpido de misiones críticas.
En un contexto internacional donde el espacio ya es dominio de disputa —como el aire, el mar o el ciberespacio—, tener una base como esta en el sur de Gran Canaria es mucho más que una curiosidad científica: es soberanía tecnológica y estratégica.
De la NASA al escudo orbital
Maspalomas fue el primer lugar de España en recibir señales de la Luna en 1969. Hoy, se prepara para ser parte del escudo orbital español.
Mientras miles de turistas pasean por Meloneras o las Dunas sin saberlo, a pocos kilómetros, operadores y militares trabajan conectados al espacio. Desde aquí, se protege la infraestructura crítica de nuestro país, se vigilan amenazas y se controlan satélites que garantizan nuestras comunicaciones y seguridad.
Y lo hacen desde Maspalomas. Porque el futuro —también el de la defensa— se juega allá arriba.