¿Cuánto genera el turismo que tiene en el sur de Gran Canaria para pagar la factura del derroche con obras tipo Metroguagua en Las Palmas? En este archipiélago donde la brisa marina esconde, a veces, el hedor de la hipocresía política, las cifras del estudio IMPACTUR acaban de caer como una losa sobre el discurso oficial. Porque si hay un motor económico en Canarias, una verdadera fábrica de riqueza que sostiene el andamiaje del Estado del Bienestar insular, ese es, sin ambages, el turismo, con Maspalomas y el resto del sur de Gran Canaria a la cabeza. ¿Y qué hacen en Las Palmas con el dinero que se recauda en el sur de la isla? Estos días lo podrás por las fiestas fundacionales con los fuegos artificiales en Las Canteras, la playita sin bandera azul que se vende como la mejor playa urbana del mundo obviando a Río de Janeiro
Los datos no mienten, y son especialmente reveladores cuando se pone la lupa sobre el sur de Gran Canaria. En municipios como San Bartolomé de Tirajana —el mismo que alberga Maspalomas y Playa del Inglés— o Mogán, la conexión entre un robusto modelo turístico y la prosperidad es innegable. Mientras el porcentaje de paro registrado a nivel canario ronda el 7,8%, en San Bartolomé de Tirajana se sitúa en un escuálido 6,4%, y en Mogán, en un todavía más envidiable 4,9%. Además, la reducción del paro desde 2019 es contundente: 27,3% menos en San Bartolomé de Tirajana y 27,7% menos en Mogán. Esto no es casualidad; es la consecuencia directa de albergar decenas de miles de plazas de alojamiento turístico que generan empleo de manera constante.
Pero la contribución del turismo va mucho más allá del empleo directo en estos municipios. El estudio IMPACTUR lo dibuja con una claridad brutal: en 2023, la actividad turística inyectó a las arcas públicas canarias la friolera de 3.134 millones de euros en ingresos fiscales. Un caudal que supone casi el 40% de la recaudación total del Archipiélago. Es decir, cuatro de cada diez euros que maneja el Gobierno regional provienen de la actividad turística, esa misma que muchos se empeñan en vilipendiar.
Y aquí viene el golpe de realidad, el dato que debería hacer enrojecer a más de un consejero y a más de un activista: esos 3.134 millones de euros de recaudación fiscal vinculada al turismo cubren la totalidad del gasto de la educación pública en Canarias (2.399 millones de euros en 2023). Y no solo eso; representan el 87,4% del gasto en sanidad (3.576 millones de euros). Léanlo bien, sin adornos ni eufemismos: las escuelas de sus hijos, la atención en los hospitales y centros de salud, las nóminas de maestros y médicos... todo eso, en una proporción abrumadora, lo pagan los impuestos generados por los turistas que visitan, entre otros, las playas y hoteles de Maspalomas y Mogán.
Mientras ciertos sectores de la política y de la opinión pública se enfrascan en debates sobre la "masificación", la "turismofobia" o el "decrecimiento" —ideas que, por cierto, nunca vienen acompañadas de un plan creíble para sustituir los 3.000 millones de euros de ingresos y el millón de empleos directos e indirectos—, la realidad es que el turismo es el pilar financiero de la autonomía canaria. El discurso de la insostenibilidad es cada vez más audible, sí. Pero la hipocresía es mayúscula cuando se muerde la mano que alimenta. El sur de Gran Canaria, con Maspalomas a la cabeza, no es solo un destino vacacional; es una factoría de impuestos y empleos que sostiene, con sus luces y sus sombras, el precario edificio del bienestar en estas islas. Y el que no quiera verlo, simplemente, prefiere la ideología a la cruda, pero ineludible, realidad económica.