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GRAN CANARIAEl pulso del aire en Maspalomas: Entre ajustes en el Aeropuerto del Cabildo de Gran Canaria

El pulso del aire en Maspalomas: Entre ajustes en el Aeropuerto del Cabildo de Gran Canaria

G. H. Maspalomas24h Miércoles, 25 de Junio de 2025

No, nos equivocamos con el titular y en esta crónica se explica de forma clara. La compleja ingeniería del transporte aéreo, ese pulso que marca el latido económico y social de unas islas como las Canarias, deja en las últimas jornadas de junio un reguero de novedades y ajustes que merecen la atención del sector empresarial. Entre las idas y venidas de Iberia y la irrupción de operadores chárter en la temporada de invierno, se dibuja un escenario dinámico que, como siempre, no está exento de sus peculiaridades.

La noticia que lleva días resonando en los mentideros aeroportuarios es la que atañe a la ruta Montevideo-Madrid de Iberia. Desde el pasado 16 de junio y hasta el 16 de octubre, el vuelo no es directo. La causa, para quienes gustan de los detalles técnicos, no es otra que el mantenimiento de la pista larga en el aeropuerto de Carrasco (Montevideo). El uso de la pista corta obliga a los aviones a despegar con menos combustible, haciendo indispensable una escala técnica. ¿Y dónde ha recalado el gigante de los cielos? Pues en Gran Canaria, para alivio y fortuna de la conectividad insular, aunque sea por una razón ajena a la voluntad de la aerolínea.

La operativa de este vuelo, el IB170, marca un aterrizaje en Las Palmas a la 01:20 de la madrugada para retomar el vuelo hacia Madrid a las 02:10. Una ventana de poco menos de una hora que, si bien es una escala técnica, abre una puerta de conectividad indirecta que, en un archipiélago, nunca es menor.

Pero la historia de esta ruta no se detiene ahí. Tras esta fase de escala, la frecuencia del Montevideo-Madrid volverá a ajustarse. A partir del 12 de agosto, pasará de un vuelo diario a cinco frecuencias semanales (lunes, jueves, viernes, sábado y domingo). Y el 26 de agosto, se ampliará a seis frecuencias (lunes, martes, jueves, viernes, sábado y domingo). Finalmente, el 2 de septiembre, la ruta recuperará su operatividad diaria, cerrando así un capítulo de ajustes temporales.

Mientras Iberia sortea los avatares de las pistas sudamericanas en Gando, el horizonte de la temporada de invierno 2025/2026 ya nos trae buenas nuevas para Gran Canaria de la mano de airBaltic. La aerolínea letona, que en los últimos años ha consolidado su presencia en el archipiélago, operará dos nuevas rutas chárter que apuntan directamente a mercados emisores de interés: Inverness (Escocia) y Guernsey (Islas del Canal).

Ambas conexiones se operarán los martes, con horarios que permiten una cómoda operatividad. El vuelo de Inverness (INV 14:50 - 19:40 LPA; LPA 09:00 - 14:00 INV) estará activo desde el 23 de diciembre hasta el 27 de enero. Por su parte, la ruta con Guernsey (GCI 14:50 – 18:50 LPA; LPA 10:00 – 13:50 GCI) operará desde el 17 de febrero hasta el 17 de marzo. Estos enlaces, aunque de carácter chárter, son un indicativo más de la resiliencia y el atractivo de Gran Canaria como destino turístico, especialmente en la temporada de invierno. El Aeropuerto del Cabildo de Gran Canaria no se detiene. Son un engranaje vivo, en constante adaptación, y estas novedades, desde las contingencias operativas de las grandes aerolíneas hasta la apertura de nuevos mercados chárter, son la prueba fehaciente de que el pulso del archipiélago sigue fuerte en el aire.

¿Por qué el Aeropuerto es del Cabildo de Gran Canaria?

En el archipiélago canario, donde el aire y el mar son la savia de la economía, el control de las infraestructuras que los conectan con el mundo no es un asunto baladí. Y si hablamos del Aeropuerto de Gran Canaria, la historia reciente nos devuelve a un viejo y enquistado contencioso que, de vez en cuando, asoma la cabeza para recordarnos quién es el verdadero dueño del terreno y, por extensión, del futuro. Hablo, naturalmente, del pulso entre el Cabildo de Gran Canaria y ese gigantesco y omnipresente holding público que es Aena.

Aquí la cuestión es cristalina para quien quiera verla: el suelo sobre el que se asienta el Aeropuerto de Gran Canaria, esa puerta de entrada vital para la isla, es propiedad del Cabildo insular. No fue una venta, no fue una donación, sino una cesión. Un matiz crucial que, como suele ocurrir en los laberintos de la administración y el poder, se ha diluido en el tiempo hasta que Aena, con la complacencia de no pocos, lo ha dado por suyo.

Aena, claro está, no quiere ni oír hablar de la posibilidad de que Gran Canaria pida la reversión de esa cesión. ¿Por qué? Porque tocar este suelo es tocar uno de los pilares de su peculiar modelo de negocio. El Aeropuerto de Gran Canaria, junto a otros gigantes como Madrid, Barcelona o Málaga, es uno de los grandes generadores de beneficios para el entramado de Aena. Sus cuentas, sus flujos de caja, sus resultados, dependen en buena medida de estas infraestructuras boyantes, cuyos ingresos sirven para subvencionar y sostener la red de aeropuertos deficitarios que Aena mantiene por el resto de la geografía española. Es, en esencia, un sistema de solidaridad impuesta que beneficia a la periferia peninsular a costa de los motores insulares.

La idea de que Gran Canaria pueda recuperar la gestión de su aeropuerto, quizás de la mano de la Cámara de Comercio de la isla, no es una fantasía peregrina de unos cuantos románticos locales. Es un modelo que funciona en "lugares evolucionados", como bien apuntan algunos. Un aeropuerto gestionado desde la cercanía, con visión insular y no desde los despachos de Barajas, podría ser un catalizador mucho más potente para la economía local. Pero esto, para Aena, es la pesadilla hecha realidad. Un Gran Canaria con autonomía sobre su principal aeropuerto sería un terremoto en sus balanzas contables, un agujero en la tela de araña de la que tantos dependen.

No es de extrañar, por tanto, que voces autorizadas como la Real Sociedad Económica de Amigos del País hayan instado al Cabildo de Gran Canaria a dar un paso al frente y recuperar lo que es suyo. Porque detrás de la propiedad del suelo no solo hay una cuestión patrimonial; hay una cuestión de soberanía económica, de capacidad de decisión y, en última instancia, de la posibilidad de que Gran Canaria gestione su propio destino sin la losa de tener que pagar las facturas ajenas.

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