Martes, 21 de Octubre de 2025
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POLITICAEl ladrillo del Sur de Gran Canaria: La patraña del absentismo y la importación de pobres

El ladrillo del Sur de Gran Canaria: La patraña del absentismo y la importación de pobres

G. H. MASPALOMAS24H Jueves, 26 de Junio de 2025

La arena caliente del sur de Gran Canaria, donde el negocio del turismo y el ladrillo se confunden en un abrazo indisoluble, es hoy escenario de una de esas maniobras que retratan el alma del capitalismo más descarnado. La patronal de la construcción de Las Palmas, es decir, la Asociación de Empresarios Constructores y Promotores, ha lanzado su órdago: 4.000 obreros africanos deben llegar a la isla porque, atención al eufemismo, aquí "nadie quiere trabajar". Una afirmación que suena a burla cuando se profiere desde los despachos que deciden el futuro de Maspalomas, Playa del Inglés o Puerto Rico.

La narrativa es impecable en su cinismo: un "desesperante" 12% de absentismo que, según la patronal, merma un 10% la facturación del sector en Canarias. Y la solución, milagrosamente sencilla: traer mano de obra de fuera. De Latinoamérica, sí, pero el foco se ha puesto, y no por casualidad, en África. En el continente vecino, donde la necesidad aprieta. Pero la realidad, esa dama terca, desmiente el relato. Los sindicatos, que tienen los pies en la obra y no en las moquetas, lo han denunciado hasta la saciedad: el 90% de ese "absentismo" son bajas justificadas y vacaciones legalmente ganadas. Hablar de "desesperante" por un 0,1% de absentismo no justificado es, simple y llanamente, una burda manipulación. Es un teatro montado para justificar una operación que poco tiene que ver con la falta de personal y mucho con la presión salarial.

 

Los datos del primer trimestre de 2025 del ISTAC (Instituto Canario de Estadística) muestran que la tasa de paro en Canarias se sitúa en un 13,53%. Si bien el empleo en Las Palmas de Gran Canaria ha crecido en el sector de la construcción en los primeros meses de 2025, con un incremento interanual del 9,5% en abril en la capital y una consolidación de la recuperación, la patronal ignora estos datos globales que indican que sí hay personas buscando empleo. Aunque la actividad de la construcción en Canarias en su conjunto decreció un 9,5% en 2024 en cuanto a obras ofertadas, la narrativa de la "falta de mano de obra" no casa con las cifras de desempleo ni con el aumento del empleo en el sector en la capital. La verdad es que los salarios, las condiciones laborales y la precariedad de los contratos son, a menudo, el verdadero motivo por el que muchos, con razón, no aceptan ciertas ofertas.

 

En un sur de Gran Canaria donde la construcción, cíclicamente, ha empleado y expulsado a miles, acusar de pereza a los trabajadores locales es una afrenta intolerable. La verdad es que los salarios, las condiciones laborales y la precariedad de los contratos son, a menudo, el verdadero motivo por el que muchos, con razón, no aceptan ciertas ofertas. Los datos de la Fundación Laboral de la Construcción de Las Palmas, publicados apenas 24 horas después del anuncio de la patronal, añaden una capa más de sarcasmo a la situación. En 2024, se formó a 5.357 profesionales. Y sí, el 27,8% (1.489 individuos) eran extranjeros, de los cuales un 14,5% procedían de África. ¿Cómo puede haber falta de mano de obra si se forma a tantos, incluyendo a foráneos?

La clave está en el perfil del "cualificado": un hombre (87,9%) de entre 46 y 55 años (27,7%) y, atención, ¡con trabajo (66,6%)! Esto nos dice que los cursos son para quienes ya están en el sistema, buscando mejorar o reciclarse. No son parados que rechazan el trabajo. La patronal se queja de que no encuentra mano de obra, mientras sus programas de formación nutren a los que ya están empleados o buscan una cualificación específica. Lo que se está tramitando, en coordinación con la Delegación del Gobierno, es la importación de trabajadores para un sector que busca desesperadamente reducir costes. La construcción en el sur de Gran Canaria, con proyectos faraónicos y renovaciones constantes, siempre ha demandado brazos. Pero no a cualquier precio.

La "paz social" que temen romper los empresarios y sindicatos no se dinamita por el cuento del absentismo, sino por la impunidad con la que se busca deprimir el coste laboral. Traer 4.000 hombres de economías más vulnerables significa, para el gran capital, una fuerza de trabajo que aceptará salarios más bajos y condiciones más precarias, lo que, en el fondo, es el objetivo no declarado.

Esta operación, vestida de "solución a la escasez", es en realidad una estrategia para disciplinar el mercado laboral local y, si es posible, abaratar aún más la producción. Los beneficiarios serán, como siempre, los de arriba: los promotores que levantan los hoteles y complejos turísticos en la costa, los que llenan sus bolsillos con el sol y la arena, mientras la dignidad del obrero canario se ve pisoteada por el relato de la pereza. Y el sur de Gran Canaria, el escaparate turístico de las islas, se convierte en el escenario de un nuevo capítulo de explotación, camuflado bajo la necesidad del ladrillo. Que nadie se engañe: el problema no es la falta de manos, sino la ambición de un sector que prefiere buscar la mano de obra en el continente africano antes que dignificar la que tiene en casa.

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