Lunes, 20 de Octubre de 2025
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TURISMOLas duchas de playa en Maspalomas, ¿Lujo en vías de desaparición?

Las duchas de playa en Maspalomas, ¿Lujo en vías de desaparición?

G. H. MASPALOMAS24H Viernes, 27 de Junio de 2025

La misma entidad que ha dado bandera azul al sur de Gran Canaria en playas como Maspalomas ha pedido la retirada de las duchas por el gasto que genera. El detalle, aparentemente menor, que revela las costuras de nuestro modelo: las duchas de playa tienen los días contados. Lo que hasta ahora era un servicio elemental, casi un derecho adquirido por el bañista, se perfila como un lujo insostenible en la era de la escasez. Y en el sur de Gran Canaria, donde el agua es oro, esta medida no es una excentricidad, sino un imperativo.

Es habitual ver al turista, tras un chapuzón en las cristalinas aguas de la Costa de Mogán, o al residente después de un paseo por las Dunas de Maspalomas, alargar la mano hacia la ducha para quitarse el salitre y la arena. Un gesto inocente, dirán algunos. Un despilfarro inaceptable, claman ahora las voces que defienden la sostenibilidad. Dato curioso: hay zonas del litoral de Mogán que ya se usa agua salada para dar este servicio.

Los episodios de sequía que, aunque este año las lluvias hayan dado un respiro, son una amenaza recurrente en nuestra geografía, son el principal motivo. Pero no el único. Hay un cambio de mentalidad, impulsado por asociaciones y ayuntamientos, y secundado por movimientos ciudadanos que buscan proteger nuestros recursos naturales. La acusación es clara: el uso indiscriminado de un bien que, al no tener coste directo para el usuario, se malgasta sin conciencia.

La Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (ADEAC), esa entidad que tiene la potestad de otorgar las codiciadas Banderas Azules a nuestras playas, ha alzado la voz. Y su influencia es capital. El uso desmedido de estas duchas puede ser motivo de penalización, incluso de retirada del distintivo. En el sur de Gran Canaria, donde la Bandera Azul es un reclamo turístico de primer orden, esta advertencia tiene el peso del oro. No se trata de una "moda pasajera", sino de una exigencia que entronca directamente con la imagen y la competitividad de nuestro principal motor económico.

La ADEAC lanza un mensaje claro a bañistas y turistas: usen las duchas de sus casas u hoteles. Resulta "incómodo", sí, pero el ahorro de "litros y litros de agua innecesariamente" es el objetivo prioritario. ¿La alternativa? Una humilde botella de agua para el aclarado de pies y piernas. Una medida sencilla que, en el fondo, exige un cambio cultural y un compromiso individual que muchos no están dispuestos a asumir de buenas a primeras. Cada ducha, aseguran, consumo entre 30 y 40 litros de agua, un gasto excesivo, aseguran, para afrontar el calentamiento global. Plantean alternativas, como la sustitución del agua dulce por salada. En algunos municipios canarios ya se está aplicando.

El verano pasado, Cataluña ya implementó la prohibición de duchas en sus playas debido a la sequía. La ciudadanía, a pesar de las reticencias iniciales, aceptó la medida y el ahorro fue "significativo". Sanxenxo, en Galicia, ha sido pionera en retirarlas por motivos puramente ambientales, con resultados "impresionantes" y pocas quejas. Incluso en playas de Málaga se han interrumpido estos servicios.

Y en el sur de Gran Canaria, donde el agua no es solo un recurso, sino el factor limitante de nuestro desarrollo, esta medida se antoja no solo necesaria, sino perentoria. El modelo turístico del despilfarro tiene fecha de caducidad. Las duchas de nuestras playas, ese pequeño detalle de la comodidad vacacional, son un símbolo de una era que se agota. 

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