Maspalomas se prepara para 2026 como un enclave que ya no solo vive del turismo, sino que empieza a pensar como un pequeño laboratorio de economía regional avanzada: inversión extranjera, revalorización del suelo, presión sobre las infraestructuras energéticas y una proyección de crecimiento económico que podría superar el 2,5 % anual si las piezas encajan.
Las previsiones —aunque no oficiales— que manejan distintas fuentes del sector público y privado apuntan a que el sur de Gran Canaria podría vivir un nuevo mini-ciclo expansivo en los próximos dos años. “Maspalomas es ahora mismo un territorio económico muy singular”, señala un técnico vinculado al área de Estudios del Banco de España consultado por Maspalomas24H. “Concentra capital extranjero, empleo de baja y media cualificación, presión inmobiliaria y problemas energéticos. Pero también tiene una capacidad de crecimiento real superior a la media nacional”.
El turismo, como no podía ser de otro modo, sigue marcando el compás. En 2024, la ocupación media superó el 82 %, y las reservas para invierno 2025–2026 anticipan crecimientos interanuales cercanos al 8 %. Hoteles de lujo en Meloneras, ‘resorts’ renovados en Playa del Inglés y un nuevo auge del turismo residencial nórdico apuntalan las expectativas. Pero hay letra pequeña: escasez de personal cualificado, presión sobre los servicios públicos, movilidad colapsada y una huella energética que ya empieza a incomodar.
“El gran freno es la energía”, advierte un empresario hotelero con proyectos pendientes de autorización. “Tenemos placas solares esperando evacuar energía desde hace meses. Las subestaciones están saturadas, y nadie da respuestas. Esto frena inversiones y encarece costes”.
Y es que en paralelo al crecimiento turístico se ha producido una ola de inversión extranjera directa (IED) que ha comprado activos hoteleros, ha proyectado nuevos complejos de salud y bienestar, y se ha posicionado en el suelo comercial más valioso de la comarca. “El capital luxemburgués, suizo y alemán está muy presente en el sur”, afirma una fuente conocedora de varias transacciones recientes. “Y están aquí para quedarse. Pero lo que piden es seguridad regulatoria, fiscalidad clara y, sobre todo, energía”.
En total, los analistas estiman que la inversión privada aportará entre 1 y 1,2 puntos al crecimiento del PIB regional en 2026, especialmente si el entorno macro europeo no entra en recesión. Pero todo ese impulso choca con los cuellos de botella históricos de Gran Canaria: la gobernanza fragmentada, la planificación urbanística del siglo pasado y una red energética que no responde al ritmo de la economía real. “Tenemos entre 80 y 100 megavatios de potencia renovable instalable que no puede conectarse”, advierte un técnico insular. “Y eso, en un territorio con tanta exposición al turismo internacional, es una vulnerabilidad”.
Mientras tanto, en el aire la jugada institucional de calado: solicitar la devolución del suelo y hacerse con la gestión del aeropuerto como bandera política de la isla, una iniciativa que ha reabierto viejos debates sobre el papel del Estado, la eficiencia de AENA y el derecho de las islas a gestionar su conectividad estratégica. “Sin control sobre el modelo aéreo, el sur no podrá planificar ni diversificar”, sostienen fuentes próximas a la iniciativa, que lanzó en 2024 la Real Sociedad Económica de Amigos del País.
La Cámara de Comercio, por su parte, podría convertirse en pieza clave de esta reconfiguración del poder económico insular, si prospera la propuesta de trasladar su dirección ejecutiva al sur y recuperar el enfoque turístico como eje estratégico. Para 2026, los datos anticipan un crecimiento del negocio comercial en Maspalomas del 2,3 % al 2,6 %, aunque condicionado a que se desbloqueen las inversiones retenidas por los cuellos energéticos y se mantenga la estabilidad macro europea. Es una cifra notable para una economía local, pero también frágil. Un tipo de fragilidad que no aparece en los informes, pero que se palpa en cada expediente bloqueado, cada licitación aplazada y cada megavatio que no llega.
