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MASPALOMASSueldo, sudor y silencio: la cara oculta de Hiperdino en el sur de Gran Canaria
HD Parque Cristóbal, complejo turístico de los dueños de Hiperdino en el sur de Gran Canaria HD Parque Cristóbal, complejo turístico de los dueños de Hiperdino en el sur de Gran Canaria

Sueldo, sudor y silencio: la cara oculta de Hiperdino en el sur de Gran Canaria

Y. V. Maspalomas24h Lunes, 30 de Junio de 2025

En el sur de Gran Canaria, donde los hoteles brillan como dientes de oro en la mandíbula del turismo, hay otro mundo. Uno que no sale en los folletos ni en las stories de Instagram. Allí, entre lineales de congelados y cajas que pitican en San Fernando, El Tablero o Playa del Inglés, se cuece una realidad más cruda que el atún rojo: los sueldos y las condiciones de los empleados de Hiperdino, ese coloso de los supermercados canarios, que mueve más gente que muchos municipios pero que sigue tratando a sus trabajadores como peones sin voz.

En 2023, Dinosol (la matriz de Hiperdino) cerró el año con 9.636 empleados, creciendo como quien engorda sin darse cuenta. Más mujeres que hombres (5.904 frente a 3.732), más obreros de sudor que mandos de corbata. Pero no se engañe el lector: el género no ha servido de antídoto contra la brecha salarial. En los puestos de alta dirección, la diferencia entre lo que gana un hombre (136.468 €) y una mujer (102.728 €) es un abismo: -32,84%. Las cifras no mienten, pero sí incomodan.

El grueso de la plantilla del sur de Gran Canaria está encasillado en la categoría de “profesionales de oficio y personal de apoyo” (más de 7.797 almas en 2023), los que cargan, reponen, limpian y sonríen con uniforme verde mientras la vida pasa. Son mayoría y sin embargo invisibles. La mayoría de sus contratos son indefinidos, sí —un 66,7% del total—, pero muchos de ellos a tiempo parcial, y no por decisión propia. Las cifras lo delatan: 1.804 contratos indefinidos parciales, en su mayoría ocupados por mujeres.

Hay quien dirá que tener trabajo es mejor que no tenerlo, y no falta razón. Pero esa cantinela pierde fuerza cuando se observa el salario medio de las jefas de sección, esas mujeres que se parten el lomo en las carnicerías, pescaderías y panaderías de barrio. Una jefa de panadería en una tienda tipo E —que no es precisamente Meloneras— cobra 16.433 € brutos al año. Quítale el IRPF, la Seguridad Social, súmale el alquiler, la guagua y un cartón de leche a 1,35 y entenderás por qué hay sonrisas que cuestan.

Los despidos también han crecido. En 2023 se registraron 644 bajas forzadas, un 61% más que el año anterior. Otra vez, los más afectados: los más jóvenes y los de la franja productiva de entre 30 y 50 años. ¿Casualidad o sistema? Usted elija su versión. En los despachos, donde el aire acondicionado nunca falta y el estrés se disfraza de PowerPoint, la cosa es distinta. Allí las bandas salariales juegan en otra liga, y la equidad se escapa por la rendija de los sueldos fuera de banda, donde las mujeres directivas siguen ganando menos, incluso cuando hacen el mismo trabajo. ¿Mérito? ¿Talento? ¿O simplemente vieja escuela y compadreo?

En el paraíso de las playas eternas y los hoteles con pulserita, Hiperdino es omnipresente. Pero detrás de las promociones y la fruta bien colocada hay un ejército silencioso que sostiene la estructura con salarios bajos, contratos precarios y escasa representación real. Y todo con sonrisa, porque en este sur grancanario el trabajo de calidad no abunda y la alternativa es, muchas veces, ninguna. Así está la cosa en el sur de Gran Canaria. En las tiendas de Hiperdino, la balanza no siempre está equilibrada. Y mientras los números crecen, la dignidad de algunos parece encogerse como un uniforme lavado con agua caliente. Todo legal, todo correcto. Pero no todo justo.

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