La reciente Orden para la temporada de caza 2025-2026 en Canarias marca con rotundidad qué zonas de Gran Canaria quedan fuera de cualquier actividad cinegética. En un claro gesto de protección ambiental, la administración autonómica ha prohibido la caza en múltiples espacios naturales considerados de alto valor ecológico, entre ellos algunas de las reservas más emblemáticas del sur y centro de la isla.
Es el caso de la Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas, uno de los parajes más icónicos y visitados de Gran Canaria, donde la caza queda terminantemente prohibida. Pero no es la única: tampoco podrán cazarse animales en la Reserva Natural Integral de Inagua, ni en la Reserva Natural Integral del Barranco Oscuro, ni en el Sitio de Interés Científico de Juncalillo del Sur, todos enclaves protegidos que aglutinan ecosistemas frágiles y especies amenazadas.
El perímetro de protección alcanza además otras zonas que incluyen desde Las Salinas de Arinaga hasta Bahía de Formas, pasando por la Finca de Osorio y la Caldera de Bandama, en Santa Brígida. En la comarca de Tejeda quedan vetados espacios como Llanos de La Pez y el Corral de Los Juncos, mientras que en San Bartolomé de Tirajana se pone especial énfasis en la seguridad del Polvorín de Barranco Seco, delimitando una zona donde tampoco se autoriza la actividad cinegética.
Estas medidas responden no solo a la protección del paisaje y la biodiversidad, sino también a la necesidad de preservar especies protegidas, como la paloma rabiche, endémica y en peligro de extinción. De hecho, los vedados de Barranco de la Virgen y Azuaje permanecen cerrados a la caza para evitar cualquier daño a esta valiosa población.
La Orden detalla con precisión las especies autorizadas para la caza menor —conejo, perdiz roja y paloma bravía—, así como las fechas, días y condiciones para su práctica, intentando garantizar un equilibrio entre la tradición cinegética y la conservación del medio ambiente.
Así, la temporada de caza 2025-2026 en Gran Canaria queda marcada por una clara línea roja: las áreas naturales protegidas del sur y centro de la isla se blindan para garantizar que el desarrollo de esta actividad no comprometa la riqueza natural que sustenta el turismo y la calidad de vida local.
