Hay ocasiones en que el mundo empresarial del sur de Gran Canaria, de tan habituado a su propia inercia, olvida que la verdadera fuerza reside en la capacidad de ver más allá de lo evidente, de lo que siempre ha sido. Y en ese olvido, aparece alguien que, sin grandes alardes, pero con la claridad de ideas que solo los visionarios poseen, decide que las cosas pueden y deben ser diferentes. Hablamos de Mónica Díaz, nombre y apellido que ahora se asocian a Shuttletruck, una empresa que, desde julio de 2023, ha osado desafiar la pesadez de un sector tan ancestral como el transporte de mercancías por carretera en estas islas de sol y viento.
Quien lea los acontecimientos que rodean a Shuttletruck no puede evitar la imagen de esa voluntad férrea que se abre paso entre las rutinas, entre los murmullos de "siempre se ha hecho así". "Gracias a la digitalización hemos conseguido una optimización máxima de los servicios", dice ella. Y en esa frase, aparentemente sencilla, reside la clave de un poder, no el de la fuerza bruta, sino el de la inteligencia aplicada. Porque en un sector donde el tiempo es oro y la eficiencia, un suspiro al viento, convertir lo fragmentado en coordinado, lo analógico en digital, es una revolución de facto.
Pensemos en ello. Empresas "cero digitales", con conductores que andaban a ciegas, sin una orden de trabajo que les hablara en tiempo real. Un caos apenas disimulado bajo el peso de la tradición. Y Mónica Díaz, con su equipo, llega y, con la frialdad de quien sabe lo que hace, instala el orden donde reinaba la dispersión. ¿Cómo compraron tantas empresas en la isla para crear un gran operador? Cuestión de olfato y de revisar las cuentas de los registros mercantiles. Ahora, las instrucciones fluyen, las actualizaciones son instantáneas. No es magia, es organización dotada de tecnología, una herramienta que ella, con buen tino, insiste en que no es patrimonio exclusivo de las grandes corporaciones, sino un derecho, una necesidad, para quien tiene retos reales que afrontar. Y Canarias, con su peculiar geografía insular, no carece precisamente de desafíos logísticos.
Cuarenta años de experiencia colectiva, cien cabezas tractoras, trescientas planchas distribuidas estratégicamente. Cifras que, en la boca de quien las gestiona con esta visión, adquieren un peso distinto. No se trata solo de la máquina, sino de la mano que la guía. De la flota versátil, sí, pero también del equipo profesional y comprometido. Porque la excelencia, al final, siempre vuelve al hombre y a la mujer que, detrás de la pantalla, del volante, o de la mesa de despacho, entienden que el engranaje humano es el que da sentido a la máquina.
La innovación, para Mónica Díaz, no es un capricho. Es la respiración de la empresa. Gestión integral en tiempo real, monitorización continua, soluciones logísticas avanzadas. Estas no son palabras vacías en su discurso; son el ADN, el código genético de Shuttletruck. La digitalización, nos dice, permite "optimizar cada etapa del transporte, mejorar la trazabilidad y ofrecer una respuesta inmediata a las exigencias del mercado". Y en estas frases, uno percibe el orgullo, sí, pero también la satisfacción de quien ha puesto orden en el caos, de quien ha visto un camino donde otros solo veían costumbre.
En este archipiélago, donde cada kilómetro de mar es un desafío logístico, el liderazgo de Mónica Díaz y la apuesta digital de Shuttletruck no son meras notas al pie. Son un ejemplo palpable de cómo la voluntad, la visión y la gestión inteligente, encarnadas en una figura como la suya, pueden redefinir un sector clave para la economía. Es el poder silencioso de quien construye el futuro, camión a camión, bit a bit.