Domingo, 07 de Septiembre de 2025
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GRAN CANARIAMorales en Gran Canaria: diez años de poder, el liderazgo contado y la cuestión silente de la Isla real

Morales en Gran Canaria: diez años de poder, el liderazgo contado y la cuestión silente de la Isla real

Y. V. MASPALOMAS24H Miércoles, 02 de Julio de 2025

Escuchando las palabras de Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, uno no puede sino detenerse a reflexionar sobre la naturaleza del poder y su relato. Diez años, una década al timón de la nave insular, y la afirmación, rotunda, de que bajo su mando, Gran Canaria "lidera la economía canaria". Un triunfo, a su juicio, fraguado en la innovación y la colaboración público-privada. No es poca cosa decir esto en un archipiélago donde las envidias y las disputas por la hegemonía son tan viejas como los volcanes.

El acto de rendición de cuentas no fue una escenificación del éxito, la coreografía del balance positivo. Y el presidente, cual orador clásico, saca pecho con los "hitos": el Salto de Chira, esa promesa de energía que aún espera por su culminación en 2027; la sede del Mundial de fútbol en 2030, un sueño de grandeza y, por supuesto, la atención social, siempre necesaria, siempre la primera en ser blandida en estas lides.

Morales, en un discurso que se extendió por cuarenta y cinco minutos, desgranó los números. Y los números, ya se sabe, suelen ser tan dóciles como la cera en manos del escultor. Una reducción del paro del 59% en una década, lo que se traduce en 404.600 personas ocupadas. Un aumento del PIB nominal del 3,58%, y del PIB per cápita en 3,52%, superando, según sus datos, al conjunto del archipiélago. La renta media de los hogares, un 20,2% más alta, hasta los 30.273 euros anuales. Cifras que, sin duda, suenan a victoria.

Pero, ¿Qué dicen esos números en el gran esquema de las cosas? La diversificación del tejido empresarial es una constante en el discurso, el empeño en un turismo "más sostenible y diverso", enfocado en el "crecimiento cualitativo y no cuantitativo". Se aplaude el incremento del 67% en la facturación de los municipios no turísticos, una señal de que el gasto turístico se desparrama más allá de los epicentros del sur. Y el principal motor económico, el turismo, ha duplicado sus ingresos, alcanzando los 6.035 millones de euros y un récord histórico de 4,5 millones de turistas el año pasado.

El "modelo de ecoísla" es la bandera de su mandato. La sostenibilidad "inspirando todas las políticas esenciales". Se celebra que Gran Canaria, junto a La Palma, sean las únicas islas sin emergencia por la escasez de agua, un logro que, en el fondo, más que victoria, es alivio en un archipiélago que vive con el fantasma de la sequía. El Salto de Chira, esa magna obra, es el tótem de la soberanía energética. Una promesa que, si bien camina, no está exenta de controversias y que aún tardará en ver la luz completa en 2027. La mención a la geotermia y la eólica marina suena a buen augurio, a pasos en la dirección correcta. Pero el discurso político, se sabe, suele ir siempre un paso por delante de la realidad de las turbinas girando o el vapor emergiendo de las entrañas de la tierra.

La movilidad sostenible y la construcción del ferrocarril entre la capital y el sur turístico se presentan como el futuro, el siguiente gran paso en la "importante transformación" de la isla. Un proyecto que, siendo vital, ha sido también una quimera durante décadas, y que ahora, bajo el impulso de su gobierno, parece tomar cuerpo. 

Antonio Morales concluye su balance mirando al siglo XXI, prometiendo un "modelo de isla que nos tiene que servir para abordar el siglo XXI en el sentido que nuestros hijos e hijas merecen". Palabras mayores, palabras de estadista. Pero, ¿es la Gran Canaria de hoy, con sus cifras de PIB y sus récords turísticos, esa isla que realmente merecen los que vienen detrás?

El poder, en estas tierras, tiene la costumbre de presentarse envuelto en números y grandes proyectos. Y el Cabildo de Gran Canaria, bajo la égida de Morales, ha sabido construir un relato de liderazgo y progreso. Observar la brecha entre el "crecimiento cualitativo" y la apabullante "cantidad" de turistas. Contemplar la velocidad con la que los ecosistemas responden a la presión, o la lentitud con la que las grandes infraestructuras prometidas se materializan.

Porque el verdadero poder no reside sólo en lo que se dice haber hecho, sino en la capacidad de moldear un futuro que no devore el presente ni hipoteque la esencia de lo que se pretende salvaguardar. Y en esa balanza, siempre compleja, se dirime el verdadero legado de diez años de gobierno. Las cifras son el espejo del PIB, sí, pero la calidad de vida, la sostenibilidad real y la identidad de la isla, son la tela con la que se teje el destino. 

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