El gigante turístico alemán intensificará contactos con autoridades isleñas tras el repunte de protestas anti-turistas en Mallorca, mientras trata de blindar su modelo hotelero frente a las críticas sociales al alquiler vacacional y la saturación territorial
TUI quiere evitar que el fantasma de la turismofobia que ha sacudido Mallorca se propague a Canarias. Tras las crecientes tensiones sociales y manifestaciones contra el modelo turístico en Baleares —con episodios de hostilidad hacia visitantes alemanes—, el grupo turístico alemán planea intensificar su interlocución con las autoridades canarias en una suerte de ofensiva diplomática para proteger su imagen, reforzar su arraigo institucional y marcar distancias con las prácticas más cuestionadas del sector.
Thomas Ellerbeck, presidente del patronato de la Fundación TUI, ya ha dado el primer paso esta semana con una reunión al más alto nivel con la presidenta balear, Marga Prohens, y el conseller de Turismo, Jaume Bauzà, ambos del Partido Popular. El encuentro, centrado oficialmente en la falta de vivienda asequible en las islas, sirvió en realidad para algo más: afianzar una narrativa defensiva frente al creciente rechazo social al turismo masivo, al que TUI no quiere verse arrastrado.
Fuentes cercanas al grupo confirman que la compañía prevé activar una ronda de contactos en Canarias en las próximas semanas, tanto con responsables del Gobierno autonómico como con cabildos insulares, alcaldías turísticas y entidades del sector. El objetivo es doble: preservar su reputación como actor responsable y garantizar estabilidad para su modelo de negocio basado en hoteles tradicionales y paquetes organizados.
“Los clientes de TUI no provocan saturación, no colapsan las carreteras con coches de alquiler ni expulsan a residentes del mercado del alquiler. Vienen a hoteles, en transporte colectivo, con impacto limitado y gestionado”, insisten desde la matriz alemana, en línea con las declaraciones del propio Ellerbeck tras su encuentro en Palma. “Ese no es el tipo de turismo que nosotros representamos”, aseguró, aludiendo al auge del alquiler vacacional como factor de presión sobre la vivienda.
En Canarias, TUI opera una red consolidada de hoteles asociados en destinos clave como el sur de Gran Canaria, el sur de Tenerife, Lanzarote o Fuerteventura. A diferencia de otras marcas turísticas, el grupo siempre ha defendido una implantación respetuosa y con vocación de permanencia. Sin embargo, la creciente sensibilización ciudadana respecto al modelo turístico ha encendido todas las alarmas.
“No podemos permitirnos quedar atrapados en un discurso populista anti-turismo que no distingue entre operadores responsables y prácticas depredadoras”, explican fuentes del sector. TUI considera que el diálogo estructural iniciado en Baleares es un ejemplo a seguir también en Canarias. “La sociedad local debe definir qué tipo de turismo quiere, pero también debe reconocer quién está dispuesto a adaptarse y quién no”, apuntó Ellerbeck.
El grupo recuerda que ya ha mantenido encuentros con entidades de la sociedad civil en Baleares, como el Fòrum de la Societat Civil, para abordar desafíos como la saturación o el equilibrio territorial. En el archipiélago canario, TUI buscará reforzar su relato como aliado institucional en un momento especialmente delicado: el verano ha comenzado con récord de temperaturas, tensiones en los precios de los alquileres y un debate creciente sobre la sostenibilidad del turismo como principal motor económico.
En paralelo, TUI ha hecho llegar al Gobierno alemán su preocupación por los ataques verbales y simbólicos a turistas germanos en Mallorca. Varios políticos federales han calificado de “inaceptables” estas acciones y han instado a las autoridades baleares a garantizar un clima de respeto.
Canarias, que aspira a mantenerse al margen de esta espiral de confrontación social, podría convertirse ahora en el laboratorio de un nuevo pacto turístico. Y TUI quiere estar en el centro del tablero.