Las Palmas ate con un pulso tenso y eso afecta al turismo del sur de Gran Canaria. No es la calma que se espera. Desde julio de 2024 hasta hoy, más de 250 episodios han marcado sus calles. No son solo cifras. Son caras, voces, miedo. Un dolor silencioso que crece.
Los delitos contra la libertad sexual no se detienen. En los primeros meses de 2025, las denuncias aumentan entre un 10 y un 15 por ciento. Eso son entre 15 y 20 víctimas más que han encontrado valor para hablar, para romper el silencio. El miedo sigue ahí, pero hay quien se niega a callar. Cada denuncia es una batalla ganada contra la sombra.
La violencia de género es un monstruo que no se ha ido. Cada año, más de 600 denuncias en la provincia. En Las Palmas capital, casi dos terceras partes. La brutal agresión a una menor de 17 años en La Isleta estremeció a todos. El fuego que intentó apagar su vida encendió la voz de la justicia. No es solo un caso; es un aviso. El problema es real, profundo, y exige respuestas.
Las calles han visto el filo de las armas blancas más de 25 veces. Cuchillos, navajas, sangre. La violencia no es solo un rumor, es un hecho. Cuatro muertes violentas en solo seis meses. Dos intentos de asesinato. El peligro se siente en cada esquina. Los cuerpos policiales trabajan sin descanso, pero la sombra se extiende.
Y en medio de todo, Las Canteras. Un lugar que debería ser refugio, plaza de encuentro, corazón de la ciudad. Pero la realidad es otra. La venta ambulante ilegal, las peleas, los altercados se han vuelto rutina. Más de mil intervenciones policiales al año, entre dos y tres avisos diarios. La convivencia se tambalea. La playa no puede perder su alma.