Ni poke bowls ni paellas turísticas: este verano, el pollo asado vuelve a ser el auténtico protagonista en Mogán y Maspalomas. Con precios a la baja en muchos asadores del sur y una demanda disparada tanto por parte de turistas extranjeros como de residentes canarios, el clásico de los fines de semana se ha convertido en el alimento estrella también de las vacaciones. 

Los supermercados del sur de Gran Canaria que ofrecen este producto o comida para llevar hecha con animales de la isla en el caso del pollo es Spar. En HiperDino o Mercadona lo único de pollo que hay es en lonchas que vienen envasadas desde España.

En plena temporada alta, el consumo de pollo asado ha crecido entre un 10% y un 15% a nivel general, y hasta un 35% en zonas turísticas como las del sur grancanario. Así lo reflejan datos del sector recogidos por Maspalomas24H, que apuntan a una tendencia clara: comodidad, precio contenido y sabor garantizado.

A pesar de que los asadores siguen pagando cerca de 4 euros por una carcasa (de 1,3 kilos de media), muchos negocios locales han decidido no repercutir esa subida en el precio final. En lugar de los 11-12 euros habituales en otras regiones, aquí se puede encontrar un pollo asado desde 8,90 euros en algunos establecimientos de Arguineguín o San Fernando, lo que ha favorecido su popularidad entre familias, grupos de amigos y turistas que buscan comida caliente sin complicaciones.

“Vendemos un 30% más que el verano pasado. Hay días en que tenemos que poner a funcionar un segundo horno desde por la mañana. Nos compran los locales, los trabajadores del sector y también turistas alemanes y escandinavos que ya conocen el producto y lo prefieren a cualquier fast food”, explica Carmelo, dueño de un asador familiar en Playa del Inglés.

Los locales de Puerto Rico y Meloneras también están notando el tirón. Algunos han empezado incluso a innovar: pollos al mojo, con toque barbacoa o acompañados de papas arrugadas y ensaladas canarias para seducir tanto al paladar internacional como al isleño de toda la vida.

Este “verano del pollo asado” también está teniendo efectos colaterales: crecen las ventas de refrescos y vinos en envase individual, se disparan los pedidos para llevar y muchas casas vacacionales ya recomiendan en sus guías locales los mejores puntos para recoger “el pollo del día”.

Mientras los precios suben en restaurantes, el pollo asado de los supermercados se mantiene como una opción fiable y sabrosa, capaz de unir a vecinos, trabajadores del turismo y viajeros de paso en torno a una mesa sencilla pero compartida. En Mogán y Maspalomas, este verano huele –y sabe– a horno.