Mira que en PSOE estaban esperando qué medida era la primera que adoptaría Primero Canarias (Prica) contra su gente. Han gaseado al viejo Zúñiga como se gasea a las ratas en el hotel y apartamentos que ayudó a reformar en el sur de Gran Canaria: con educación, sin ruido y con olor a lejía institucional. Javier Pérez Zúñiga, empresario de verbo dulce y alianzas antiguas con el PSOE, ha sido arrojado por la borda en la sala de máquinas del Cabildo. El capitán se llama García Brink, y su tripulación, curtida en las mareas de Prica, ya no necesita a ese viejo lobo de los residuos y el turismo que durante años supo moverse entre el cemento y el estiércol. Han cambiado de brújula. Y el que no rema, fuera del barco.
Todo este guiso, este caldo espeso de poder y lava tibia, lo menean en Tenerife, prietas la filas, una cofradía de falsos sabios: Vienen con sus powerpoints y sus frases motivacionales, creyendo que aquí aún andamos en taparrabos, esperando que nos expliquen qué es un briefing mientras se tropiezan con el teleprompter. Una casta de cuñados ilustrados desde Tenerife que quiere convertir la geotermia en storytelling.
Mientras tanto, en Tenerife, la cosa va seria. Allí Disa, la vieja reina del petróleo, no sé sabe si va a cambiar de nombre como hizo Cepsa con Moeve, ya juega en otra liga. 36 millones de euros que caen como maná europeo desde los despachos del MRR, vía Hacienda, vía Madrid, vía Bruselas. Coalición Canaria les abre la puerta, y la isla se alinea como un solo hombre: Cabildo, instituto volcánico, empresa islandesa, todo en fila como una batucada nórdica. Vilaflor será la primera en ser perforada, en sentir el aguijón metálico de la transición energética. Allí no hay cuentos. Allí hay taladros, fechas y millones.
Gran Canaria, en cambio, se queda en el preámbulo. Una sociedad mixta, un 51% privado con nombres de siempre —Dando Drilling, Satocan, Pérez Moreno— y un mapa que señala el subsuelo caliente entre Telde, Agüimes, Valsequillo y Tirajana. Pero eso era en el papel. Sobre la tierra, lo que hay es un calendario muerto, una perforación fantasma y un cambio de sillones. Echaron a Zúñiga, Satocan se fue, y pusieron al exFrepic Pedro Justo Brito, de la casa. Todo queda en familia.
Mientras en un lado de las islas se afilan los picos para entrar en la tierra como cirujanos del futuro, en el otro se redactan informes. Y lo más cruel: Gran Canaria le pide ayuda a Tenerife. A través de Involcan, les piden consejo. La misma entidad que está a sueldo de los tinerfeños para trabajar con Disa. Es como si el condenado llamara al verdugo para que le afile la hoja.
Y mientras todo esto ocurre, nadie del PSOE insular dice ni mu. El viejo Zúñiga se queda sin presidencia, sin respaldo y sin consuelo. Se va por la puerta de atrás, como se van los que un día fueron útiles pero ya no encajan en la foto. El silencio socialista retumba más que un portazo.
La geotermia, dicen, es limpia. Pero esta historia huele a pólvora, a carbón viejo, a intereses enterrados. El calor del subsuelo de Tirajana puede dar energía, sí. Pero también quema. Y aquí, la transición energética será otra forma de guerra: una que se libra en los consejos de administración, en los pasillos del Cabildo, en las rendijas de Hacienda. No gana quien tenga la lava. Gana quien tenga la llave. Y por ahora, Tenerife la tiene. Gran Canaria, mientras tanto, sigue calentando banquillo. Y en el sur de la isla los ayuntamientos mirando al Teide.
