El desafío que ha asumido Acosta Matos va más allá de la simple rehabilitación o el cambio de marca. El grupo constructor canario se ha colocado en el epicentro de una transformación necesaria para Maspalomas, un destino que durante décadas ha vivido a la sombra de un modelo turístico que ahora demuestra claras fisuras: la masificación, la dependencia del ‘todo incluido’ y una escasa conexión real con el entorno y la cultura local.
Con una inversión total de 18,5 millones de euros, de los cuales 10,5 corresponden a la adquisición y el resto a la transformación, Acosta Matos ha liderado una renovación que simboliza la tensión entre pasado y futuro. El Jardín del Sol, un activo ya obsoleto y deteriorado, se ha convertido en Sholeo Lodges Maspalomas, un complejo con 168 habitaciones que quiere ser bandera de un turismo diferente, dirigido a la llamada generación Z, esos jóvenes viajeros que demandan experiencias auténticas, sostenibles y responsables.
La estrategia detrás del proyecto, explicada por Canarian Hospitality, apunta a un turista activo, curioso y comprometido con la isla. Un viajero que quiere dejar la habitación para adentrarse en la cultura canaria, participando de la vida local y, sobre todo, huyendo de la lógica del consumo masivo y la desconexión que tantos problemas ambientales y sociales han traído a Gran Canaria. Sin embargo, queda la duda de hasta qué punto estas promesas podrán sostenerse en un mercado global dominado por grandes operadores y con una presión inmobiliaria imparable.
Acosta Matos no es un actor menor en este proceso. Como socio estratégico de Canarian Hospitality, su papel es crucial para garantizar que la transformación no se quede en una mera fachada, sino que implique una verdadera adaptación del complejo a los valores que anuncia. Su capacidad para ejecutar en solo nueve meses una obra de esta envergadura demuestra eficiencia, pero también plantea interrogantes sobre la calidad y sostenibilidad a largo plazo, aspectos que serán fundamentales para que Sholeo Lodges se consolide más allá del efecto novedad.
Esta operación se inscribe además en un contexto más amplio, donde Canarian Hospitality ya cuenta con otros proyectos en Canarias, como los Sholeo Lodges en Tenerife y Las Palmas, y los MYND en Adeje y Lanzarote. Una red de alojamientos que busca competir por un segmento de mercado muy específico, pero que deberá enfrentarse a retos complejos: ¿cómo mantener la autenticidad en un entorno tan turístico? ¿Cómo garantizar que la inversión local y sostenible no se convierta en una nueva forma de turistificación?
El camino abierto por Acosta Matos y Canarian Hospitality es, sin duda, prometedor, pero también exige vigilancia crítica y un compromiso real con los valores que proclaman. El turismo en Gran Canaria y Canarias en general necesita transformaciones profundas, y este proyecto puede ser una de ellas, siempre que no se quede en un buen eslogan y pase de verdad de las palabras a los hechos.