En el sur de una isla donde el turismo suele tener la última palabra y donde las palabras, muchas veces, se olvidan de mirar hacia arriba, hay una antena que escucha lo que nadie más oye, una estación que, en su silencio, sostiene la conversación más antigua y más nueva del mundo: la del hombre con el espacio. El Centro Espacial de Canarias, en Maspalomas, parece una herida blanca en la tierra negra y seca, una flor metálica que no se cierra nunca, una señal, si se quiere, de que no todo lo que ocurre en el sur tiene que ser hotel o hamaca o cóctel a las cinco.
Y, así, el consejero delegado de Isdefe, Manuel Cutrín Domínguez, ha realizado una visita oficial al Centro Espacial de Canarias (CEC), gestionado por el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial Esteban Terradas (INTA), en Maspalomas, sur de Gran Canaria. Aquí, en esta esquina del mundo, hombres y mujeres trabajan con los ojos puestos en el cielo y los pies firmes en una tierra que no siempre les devuelve lo que dan. Desde esta estación, que muchos ignoran y pocos defienden, se sigue la pista de satélites que cruzan el Atlántico como si fueran barcos invisibles, portando información, esperanza, ciencia y vigilancia. Maspalomas habla con la NASA, con la ESA, con Japón y con quien quiera escuchar, porque si algo tiene este centro, además de historia, es paciencia, y no hay ciencia sin paciencia, como tampoco hay tierra sin memoria.
Isdefe es la entidad responsable de la operación y mantenimiento de la Estación de Maspalomas, una instalación estratégica especializada en el seguimiento de satélites, la recepción de datos espaciales, el soporte a misiones internacionales y la operación de sistemas de búsqueda y salvamento. El centro colabora activamente con agencias como la NASA, la ESA (Agencia Espacial Europea) y la JAXA (Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial), consolidando su papel como referente en la infraestructura espacial de nuestro país.
Es aquí donde, cuando un satélite cae o cuando un barco pide ayuda en mitad del océano, una señal llega primero, no a Madrid ni a Bruselas ni a Tokio, sino a Maspalomas. Y sin embargo, nadie lo grita. Nadie levanta la voz para decir que estas instalaciones son tan estratégicas como las bases militares que se llenan de banderas y protocolos. Porque aquí, en el sur, todo es más callado, más modesto, más sometido al juicio de los que solo entienden de ingresos por habitación y de vuelos low cost.
Pero no todo está perdido. El futuro puede nacer también de una antena. No es utopía decir que Canarias podría ser una base lunar, un nodo ecuatorial para misiones que aún no han sido soñadas. Si los mapas cambian y el clima cambia y el mundo gira, ¿por qué no cambiar también la idea que se tiene de estas islas? Si el cielo es de todos, Maspalomas es su frontera sur. Y esa frontera no necesita aduanas, sino un recuerdo constante de los profesionales del INTA y su aprecio a las gentes del sur de Gran Canaria.
Durante la visita, el consejero delegado estuvo acompañado por Mayte Castillo Pasalodos, directora de Desarrollo Corporativo y Estrategia; Daniel Acuña Calviño, director de Operaciones; e Isaac Domínguez Santos, director de Espacio y Centros Tecnológicos. La delegación fue recibida por el equipo de profesionales de Isdefe que, junto al personal del INTA, garantizan la operatividad 24/7 de la estación durante los 365 días del año.
Los representantes de Isdefe conocieron de primera mano las capacidades del centro, incluyendo la antena MSP-11, que da soporte a misiones de observación de la Tierra como el satélite Paz, así como las instalaciones de mantenimiento electrónico y la Sala de Operaciones en tiempo real. Esta visita refuerza el compromiso de Isdefe con la excelencia operativa, la cooperación institucional y el desarrollo tecnológico de España en el ámbito aeroespacial en Maspalomas.
