A la vuelta del verano, Maspalomas se prepara para algo más que la reactivación de las reservas nórdicas o el pulso de los touroperadores británicos: se avecina una sacudida en los recursos humanos de los hoteles. Si el Congreso tumba la propuesta de reducción de jornada liderada por Yolanda Díaz, el Gobierno ha anunciado su plan B: un real decreto que endurecerá el control del tiempo de trabajo con un sistema de registro horario digital, interoperable y supervisado por la Inspección de Trabajo.
En otras palabras, la "carta de trabajo" del personal de hostelería —desde camareras de piso a recepcionistas, cocineros o botones— pasará por un sistema que exige registrar la hora exacta de entrada y salida con trazabilidad remota, accesible por el propio trabajador, sus representantes y la administración.
Fin del "ajuste invisible"
La medida, que afecta a todo el sector, golpea con especial intensidad en lugares como Maspalomas, donde el turismo es intensivo en mano de obra y donde las fronteras entre jornada ordinaria, tiempo efectivo y disponibilidad son borrosas. "Si esto entra en vigor en otoño, nos enfrentamos a un cambio estructural. Muchos hoteles trabajan con turnos rotatorios, bolsas de horas, y esquemas de flexibilidad que ahora podrían convertirse en papel mojado", advierte el gerente de un establecimiento de 4 estrellas del entorno de Campo Internacional.
El nuevo artículo 34 bis del Estatuto de los Trabajadores lo deja claro: el fichaje deberá ser personal, directo e inmediato al inicio y al final de cada jornada, sin posibilidad de que la empresa condicione el contenido del registro.
Pequeños hoteles, grandes problemas
Las grandes cadenas, con sistemas ya digitalizados y departamentos jurídicos propios, han comenzado a moverse. Pero los pequeños hoteles familiares, que sobreviven entre la temporalidad, la subcontratación de servicios y la escasez crónica de personal, podrían afrontar una carga difícil de digerir.
"Esto es peor que reducir la jornada a 37,5 horas", declara un director de hotel del sur de Gran Canaria. "Aquí hay negocios que todavía registran turnos en papel o con fichas magnéticas obsoletas. Poner en marcha un sistema que reporte en tiempo real a la Inspección, y que cumpla con todos los derechos de acceso del trabajador, es una inversión que no todo el mundo puede afrontar".
La ley prevé sanciones de hasta 10.000 euros por trabajador por incumplimientos, un dato que ha desatado inquietud entre empresarios y asesores laborales de la zona.
¿Fin del modelo “elasticidad Maspalomas”?
El temor no es solo económico, sino también operativo. “Uno de los grandes secretos del éxito turístico en el sur de Gran Canaria ha sido la elasticidad de su modelo laboral: personal versátil, cambios de última hora, capacidad de absorber picos sin demasiada rigidez”, explica un veterano director hotelero.
Pero esa elasticidad podría convertirse en infracción si no queda registrada. Con el nuevo reglamento, una camarera que empiece 10 minutos antes o alargue su turno 20 minutos deberá dejar constancia exacta de ello. No hacerlo podría acarrear consecuencias para el empleador.
Un otoño caliente para los recursos humanos
Desde MONLEX, despacho jurídico especializado en turismo, su socio fundador, José Antonio Fernández de Alarcón, lo resume con crudeza: “Las empresas deben prepararse ya. Esto va mucho más allá de un software. Es un rediseño de las relaciones laborales y del control empresarial. Esperar puede salir caro”.
Mientras tanto, en las recepciones y departamentos de personal de Maspalomas reina el nerviosismo. Septiembre podría traer más que la llegada de los primeros vuelos escandinavos: podría marcar el fin de una era laboral en el corazón turístico de Gran Canaria.