El escudo del Regimiento de Infantería "Canarias" n.º 50 no solo conmemora victorias, sino que eterniza una lección de coraje. De sus símbolos, el del dragón asaeteado es quizás el más significativo. No representa una gran batalla naval, sino un acto de valor inesperado que tuvo lugar en la playa de Arguineguín, donde la astucia de un puñado de vecinos forzó la retirada del pirata más temido del Atlántico, Francis Drake. Se cumplen en octubre los 430 años de este memorable episodio del Mando de Canarias del Ejército de Tierra con el apoyo de su gente, es decir, la sociedad civil canaria.
Corría el mes de octubre de 1595. Tras un intento fallido de desembarco en La Isleta, la formidable flota de Drake, con sus 27 galeones y 4.000 hombres, decidió fondear en las tranquilas aguas de Arguineguín. El pirata, conocido por su audacia, descendió a la playa con 500 de sus hombres, buscando un respiro de la larga travesía oceánica. Aquel día, el 8 de octubre, Drake creyó que podría disfrutar del descanso sin percances, confiado en que su reputación mantendría a raya a cualquier opositor.
Pero la gesta que inmortalizaría el lugar no fue una defensa militar formal, sino una emboscada nacida de la tierra. Un pequeño grupo de soldados canarios, junto con pastores y campesinos, se organizó de forma improvisada para enfrentar al temido almirante. Con poco más que golpes y palos, cayeron por sorpresa sobre un capitán y diez de sus hombres que se habían alejado del grupo principal. En cuestión de minutos, dejaron a ocho ingleses tendidos en la arena y lograron huir con dos prisioneros.
Este ataque, más que una escaramuza, fue un duro golpe moral para Drake. Los dos prisioneros revelaron que la expedición se dirigía a asaltar los puertos antillanos, un objetivo de incalculable valor. La humillación de ser derrotado por un grupo de vecinos con armas rudimentarias fue insoportable. Drake reembarcó a toda prisa, abandonando las islas y dejando atrás su plan de reabastecimiento.
Este episodio, que demostró que el verdadero poder de Canarias residía en la valentía de su gente, fue inmortalizado por el dramaturgo Lope de Vega en su poema épico La Dragontea. En sus versos, Lope de Vega eleva la anécdota a la categoría de mito, narrando cómo "El Drake entonces de coraje ciego... Arrojase a la mar trocado en llanto".
La historia culminaría con un giro del destino. Drake, que había salido de Canarias con el orgullo herido, nunca lograría sus objetivos principales. Él y Hawkins morirían de disentería tropical en el Caribe, poniendo fin a la expedición en un fracaso absoluto. Así, el dragón asaeteado del escudo, que también simboliza la derrota de la flota holandesa en el Batán, no es un mero adorno. Es el recuerdo vivo de un día en que los pastores y campesinos de Mogán demostraron que, ante un enemigo colosal, la fuerza de la tierra y la unión del pueblo son las mejores armas.
El escudo del Regimiento de Infantería "Canarias" n.º 50 es una representación visual de la historia militar de la isla. En el campo central se distinguen símbolos de dos de sus victorias más notables: sobre un fondo de ondas marinas y una montaña con lentiscos, un león coronado emerge del agua, representando la derrota de la flota holandesa en El Batán. En la parte superior, un dragón rojo asaeteado simboliza la humillación del pirata inglés Francis Drake, cuyo blasón personal era un dragón. La parte superior del escudo también muestra un castillo y una torre, emblemas de la heráldica de Gran Canaria.
El escudo está enmarcado por una bordura de color rojo, cargada con ocho aspas formadas por espadas, que representan la larga trayectoria de la unidad. Como elementos externos, el escudo lleva una Corona Real, que lo vincula con el Reino de España, y está flanqueado por dos fusiles Máuser con bayonetas, símbolo de su naturaleza de infantería. Este conjunto de símbolos, que incluye también varias condecoraciones, resume las hazañas del regimiento y su identidad, también conocida por el sobrenombre de «El del Batán».
