Ya no basta con el sol que calienta la piel, con la brisa que nos despeja la cabeza o con esa seguridad tan insular que nos hace dejar la puerta abierta. Ahora todo, hasta el suspiro de la satisfacción, ha de pasar por el tamiz de un informe oficial sobre el negocio del turismo en Gran Canaria con datos a 5 de agosto de 2025, un gran mapa de porcentajes donde se nos dice si estamos o no contentos, si el producto es bueno o si el clima, que es lo único que la naturaleza no ha podido vender al completo, cumple con las expectativas. Nos han dado una nueva biblia, y se llama Mabrian. Y en sus páginas, Gran Canaria, con un índice global de 84,08, se sitúa en el centro del altar, como si la fe en la estadística fuera el único camino a la salvación turística.
El índice nos dice que somos seguros, que alcanzamos el 92, y que nuestro clima, con un 90, es casi perfecto. ¿Acaso hacía falta un informe para certificar lo que la historia ya sabía? El turista no necesita una gráfica para saber que el sol de invierno es un milagro y que la tranquilidad es un bien preciado. Pero los números nos tranquilizan, claro, nos dan un marco de referencia. Vemos cómo Tenerife se queda por debajo en casi todo, un hermano menor que no logra alcanzar la misma excelencia numérica, y cómo Mallorca y Antalya, los otros grandes contendientes, nos miran de reojo desde sus propios índices, con sus propias verdades de porcentaje, como si el paraíso fuera un premio que se reparten cada año. Y Gran Canaria, con un crecimiento interanual del 3%, parece estar contenta con su fe en el progreso, una fe que a veces, también, puede ser un acto de ceguera.
Pero el informe tiene una segunda parte, la de los aviones, y ahí es donde la verdadera batalla se nos revela. Con un crecimiento del tráfico aéreo del 10,42% para el total del año 2025, Gran Canaria se ha convertido en la gran promesa, en el niño prodigio del mercado. Mientras que Tenerife camina con un ritmo más modesto, Mallorca se estanca en la madurez de su éxito, casi sin crecer, como un viejo roble que ya ha visto todo lo que tenía que ver. Y Antalya, con un 7,21% de crecimiento, demuestra que no hay un solo camino hacia el paraíso, sino múltiples rutas, todas llenas de aviones y de personas que llegan a buscar lo que no tienen en casa.
El informe no es, pues, una historia sobre destinos, sino sobre los vuelos que llevan a esos destinos. Los números nos prometen un futuro de prosperidad y de satisfacción, sí, pero lo que en realidad nos están diciendo es que la quietud, la verdadera y profunda quietud, será cada vez más difícil de encontrar entre el ruido del progreso y el incesante rugido de los motores de los aviones que traen la felicidad por entregas.
