Que Maspalomas sea el destino turístico soñado de miles de británicos no es noticia. Lo curioso es que ahora el propio Reino Unido admite que muchos de sus nacionales viven en la arena… sin casa ni cobijo. Al parecer, entre palmeras y resorts, hay británicos que conocen de primera mano la palabra “vulnerabilidad”.
La Concejalía de Servicios Sociales y el Consulado Británico han decidido colaborar para crear un protocolo de actuación con los “sintechos” y mayores británicos en situación de riesgo. Traducido: mientras los turistas gastan euros en cócteles y selfies frente a las dunas, hay compatriotas suyos que luchan por un techo decente y un plato caliente.
Es un contraste digno de un titular irónico: resorts cinco estrellas junto a colchones y cartones, Wi-Fi de última generación frente a la falta de cobertura social básica. Y mientras se discute cómo ayudar a estos británicos, el turismo sigue vendiendo la imagen de Maspalomas como paraíso soleado, sostenible y seguro.
Porque, al final, la paradoja es esta: un destino mundialmente famoso por el ocio y la “calidad de vida” alberga en sus calles a los mismos que lo disfrutan de vacaciones, pero sin derecho a vacaciones en su propia vida.